BIOGRAFÍA DEL AUTOR

En el mundo acelerado, frío e impersonal, repleto de incertidumbres y tensiones en que nos toca vivir, el experto en ciencias políticas y sociales Miguel Arismendi G. aporta una mirada propia, profundamente cuestionadora y crítica de la realidad, de nuestra realidad actual, la de nuestros espacios de vida. Un análisis sin apego a dogma, receta u ortodoxia alguna sobre los temas o asuntos más calientes y/o controvertidos de la actualidad local, nacional e internacional.
Veinte años de experiencia y estudio en el complejo mundo de las políticas públicas y sociales, avalan sus opiniones.

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jueves, 23 de enero de 2014

El modelo a seguir y el control ciudadano para no repetir malas experiencias de gobernabilidad de nuestro pasado reciente.

No nos debería dejar de sorprendernos que en la actualidad en países como España se esté sometiendo a juicio en los tribunales de justicia, a un grupo importante de defraudadores(as) y corruptos. Unos personajes que valiéndose de sus posiciones de poder y afinidades políticas, expolian las arcas públicas o cometen fraudes económicos a fin de enriquecerse indebidamente.
Cito, por ejemplo, el caso de la infanta Cristina y la implicación en casos de corrupción, de políticos renombrados que están actualmente encarcelados o de emblemáticos presidentes de clubes de fútbol – Sevilla F.C. y el Barcelona - que han sido sorprendidos con las manos en la masa, o de la denuncia de importantes “ONGs.” de la ocultación de la élite comunista China de grandes sumas de dinero en paraísos fiscales (vaya, vaya con los comunistas).

Mientras tanto, en Chile “miramos para el lado” o esto no ocurre ni de lejos. La dura realidad pareciera indicarlos que nuestra institucionalidad política ha naturalizado estos hechos y, por tanto, gozan de plena legitimidad en pleno siglo XXI. Aquí juzgamos otro tipo de causas, si no por qué de la reforma procesal chilena y la creación de nuevos tribuales de justicia: deberíamos interrogarnos acerca de qué tipo de causas se tramitan allí, pues son los que concentran mayor parte de tiempo y recursos.
Son muchos los casos conocidos en los 24 años de democracia – pero que por omisión o el juego de intereses opacos no son juzgados por nadie (ni por los tribunales ni por la sociedad civil para dictar condenas desde la base de la “moral colectiva”) – de (re)nombrados políticos que explotando el recurso de su membrecía en partidos ligados al poder, y cargos de representación ciudadana, ponen y sacan a su antojo a amigos y parientes de los cargos públicos. O a la propia familia, de las contratas públicas millonarias alrededor de gobiernos regionales, locales y municipios: contratas millonarias en el manejo de residuos y basuras, mantención de aseo y ornato, construcción de escuelas, consultorios, y un largo etcétera. Si esto es corrupción y tráfico de influencias, entonces qué venga Dios y me lo diga.

Les pondré un ejemplo más concreto. Durante las últimas semanas hemos sido testigos en primerísima persona, de las luchas intestinas entre miembros de un mismo partido político o de partidos diferentes del “nuevo bacheletismo” en nuestra comuna y región”, por la pelea para ocupar cargos públicos en el nuevo gobierno. La “joya de la corona” es el nicho de la INTENDENCIA REGIONAL o el cargo de INTENDENTE. Circulan en los medios de comunicación, y en la rumorología, para este cargo un sinfín de candidatos y candidatas de todos los portes, colores o características, interesados todos ellos de ganarse un salario de siete dígitos: $ 5.000.000 aprox.: muchos de éstos están sedientos y hambrientos por hacerse con el cargo. Digo y subrayo lo de “ganarse un salario o sueldazo”, pues en estas circunstancias lo de cumplir una “función de interés público” con estricto apego a la ética pública cae relegado a un segundo o tercer plano. Y este “sueldazo” con cargo a las arcas públicas y nuestros impuestos, sépalo usted, es sólo el piso de entrada. Después vienen todos los agregados por distintos conceptos: llámese comisiones (por arriba y por debajo), participaciones en negocios, y un largo etcétera. Eso, de sobra, es sabido por gente de mediana inteligencia o con algo de conocimiento en el manejo de los asuntos de las políticas públicas.
Por otra parte, quienes se han mostrado más motivados e interesados en esta disputa de poder y de ganar una posición de privilegio para perpetuarse en los cargos - colocar a algún(a) candidato(a) de su predilección o de su más estricta confianza -, son los representantes elegidos a ocupar cargos de representación en las elecciones del 15-N (senadores y diputados del partido gobernante). Sin dejar de lado a los alcaldes de este conglomerado, pues algunos de éstos han demostrado ansías exageradas en poner en cargos a “chicas guapas” sin ningún mérito ni menos conocimiento y competencias mínimas en estas artes. Lo siento por los ciudadanos y votantes de estos personajes, pues quienes sean elegidos(as) para ocupar cargos tomarán decisiones transcendentales que afectarán las condiciones de vida y el bienestar de nuestras comunidades. Este hecho no es baladí, sépalo usted, pues le están faltando el respeto a los ciudadanos y a las promesas de campaña!

La razón parece una obviedad, la (re)generación de correas de transmisión o la cuadratura de círculo o “jaulas de hierro” después de cuatro años de alejamiento de la “sala de mandos”: El Estado y sus instituciones políticas. Autenticas cofradías o en palabras de un buen analista político, la perfecta consolidación de un gobierno regional y local AUTÓCRATA (uno mismo en el poder) que supone tener a la ciudadanía cautiva o dentro de sus "redes de dominación y dependencia".

Mucho me temo, amigos(as) míos(as), y sin necesidad alguna de consultar el oráculo, que los cambios institucionales anunciados a bombos y platillos en la retórica de campaña presidencial del “nuevo bacheletismo” – profundizar la democracia política en nuestro país, región, provincia y comuna -, tendrá más y lo mismo de estos ingredientes. En síntesis, más inmovilismo y más statu quo.


Prof. Miguel Arismendi G.
Editor de, “creando crítica, formando opinión pública para una nueva sociedad política”
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