"El viejo mundo se muere.
El nuevo tarda en aparecer.
Y en ese claroscuro surgen los monstruos"
Antonio Gransci
Aquí
lo que cabe es dudar de todo dato o relativilizar todo tipo de estimación, pues
bien podríamos aventurar o hablar hipotéticamente de una estrategia deliberada
de “manipulación de masas” con fines o propósitos de un tiempo a la fecha muy bien establecidos.
De
entrada, no hablo de “política-ficción” sino de la realpolitik (o política
real en alemán) en la cual nos hallamos implicados como sociedad de cara a las elecciones presidenciales 2013. Bien es sabido por los estudiosos y científicos en las artes
de la política y el comportamiento humano, que en resultados electorales no
caben "oráculos" ni "bolas de cristal" en el presagio de uno u otro evento. Resultados pasados en procesos electorales en Chile y
en el mundo democrático, se han encargado de demostrar en los hechos o empíricamente que los
“pronósticos especializados” (aprendices de brujos, vendedores de humo, agoreros, gurús) sobre
resultados de referéndums resultan ser del todo menos acertados!
¿Por
qué lo de la duda razonable cartesiana
o de relativizar los pronósticos agoreros de pseudoespecialistas que se
aventuran en adelantar resultados en materia de intención de voto?
Lo primero, decir que los datos estadísticos
nunca son del todo “objetivos” o del todo “verdaderos” pues en toda elaboración
humana intervienen siempre factores o variables ocultos. Apoyados en esta tesitura, cabe
siempre la posibilidad o la tentación latente de la manipulación del dato a manos de quienes intencional e interesadamente persiguen el mejor posicionamiento político-social de un(a) candidato(a) a ocupar
un cargo de representación popular. En nuestro caso, y como podemos observar a diario en los distintos medios de comunicación masiva, el de la presidencia de un
país y de la fuerte campaña publicitaria lanzada a favor del proyecto
político-institucional al que yo denomino “nuevo
bacheletismo”. P.F. Lazarsfeld , denominó a este fenómeno como "la reducción de opciones" a las dos con más posibilidades de triunfar, y el efecto bandwagon o "Arrastre". Ambos efectos, por su potencia y consecuencias en los resultados finales, hemos de tenerlos muy en cuenta.
De "reality-show" mucho, de "buena política" poco o nada.
Sepa usted que todo este tinglado, el de la propagando política, ha sido montado tras un auténtico "reality show político”, enfocado a ganar la carrera por el sillón presidencial mediante la manipulación del inconsciente de las clases populares y de la lucha por convencer a los iletrados (o indecisos) en cuanto a preferencias electorales. Sí, tal y como usted lo ha visionado en la TV de su país, la “telerrealidad”. Para ganar en teleaudiencia o espectadores “pasivos” - y mucho dinero, ciertamente -, las televisiones buscan rostros conocidos que despiertan simpatía entre la audiencia televisiva. La estrategia apunta al manejo de los contenidos, y las implicaciones, de la imagen de la persona o el personaje en cuestión dentro de un público o electorado-objetivo (target voters). Ellos, los expertos en el manejo de imagen comunicacional, saben perfectamente – pues estos fenómenos han sido estudiados abundantemente por las ciencias cognitivas, de la mente humana, de la comunicación y económicas - que con el pasar de los programas esa imagen o rostro acabará siendo amada e idolatrada por usted: claro, después de echar horas mirando ese tipo de programas basura!
Sepa usted que todo este tinglado, el de la propagando política, ha sido montado tras un auténtico "reality show político”, enfocado a ganar la carrera por el sillón presidencial mediante la manipulación del inconsciente de las clases populares y de la lucha por convencer a los iletrados (o indecisos) en cuanto a preferencias electorales. Sí, tal y como usted lo ha visionado en la TV de su país, la “telerrealidad”. Para ganar en teleaudiencia o espectadores “pasivos” - y mucho dinero, ciertamente -, las televisiones buscan rostros conocidos que despiertan simpatía entre la audiencia televisiva. La estrategia apunta al manejo de los contenidos, y las implicaciones, de la imagen de la persona o el personaje en cuestión dentro de un público o electorado-objetivo (target voters). Ellos, los expertos en el manejo de imagen comunicacional, saben perfectamente – pues estos fenómenos han sido estudiados abundantemente por las ciencias cognitivas, de la mente humana, de la comunicación y económicas - que con el pasar de los programas esa imagen o rostro acabará siendo amada e idolatrada por usted: claro, después de echar horas mirando ese tipo de programas basura!
Volviendo al argumento de las campañas políticas en curso en el marco del proceso de elecciones para elegir presidente,
en Chile la política de los ´90 en adelante dejó de ser un “servicio público”. Dejó de serlo pues nuestra sociedad fue envuelta en las lógicas del "libre mercado", y el ejercicio de la política no escapó a la fuerza y penetración de esta corriente de pensamiento ideológico. Se transformó, por tanto, en un negocio o una mercancía donde el Estado, y las
instituciones formales, cumplen y han cumplido un papel decisivo a favor del
negocio o el lucro indiscriminado depositado en manos de una pequeña clase de
privilegiados. Los hechos están ahí afuera, en la realidad pura y dura, exteriorizada mediante los grandes problemas presentados por ámbitos decisivos para el bienestar social del conjunto de la población.
La política, en nuestra imperfecta democracia, asumió un estatus privilegiado y un valor “económico al alza” en este gran mercado auspiciada por los políticos profesionales, los operadores de partidos políticos - de gobierno y de oposición - próximos a las instituciones, y los grupos asociados al poder económico.
La política, en nuestra imperfecta democracia, asumió un estatus privilegiado y un valor “económico al alza” en este gran mercado auspiciada por los políticos profesionales, los operadores de partidos políticos - de gobierno y de oposición - próximos a las instituciones, y los grupos asociados al poder económico.
La gran industria de la propaganda política creadora de preferencias, de opinión pública y de intención de voto.
Sepa usted que en 1940, cuando se crea Gallup en los Estados Unidos - empresa dedicada a realizar estudios o sondeos de opinión política o intención de voto entre la masa electoral -, nace a la vida “la gran industria de la comunicación y propaganda política”: una industria largamente rentable, cuyo poder e influencia ha derivado en la fabricación de candidatos a la carta, a poner y sacar presidentes, senadores y diputados a su antojo. Esta gran industria de la opinología o demoscopia - en el caso chileno las más renombradas podrían ser ADIMARK GFK, Centro de Estudios Públicos (CEP) y el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), entre otras muchas -, la cual trabaja en estrecha relación con los ingredientes de la cocina del poder, tiene por objetivo principal crear y formar opinión pública, cambiar y manipular opinión y intención-decisión de voto en la masa electoral. En la práctica, las interpretaciones o predicciones son útiles en la configuración de un cierto comportamiento electoral, darle "impulso", obtener apoyos y persuadir a favor de un(a) determinado(a) candidato(a) entre los votantes o la opinión pública.
Dicho sea de paso, para esta gran y rentable industria los potenciales electores (usted y yo) son vistos como "idiotas políticos" cuyas preferencias políticas son perfectamente moldeables. Permítanme un alcance y a la vez ejemplo: en Chile de cara a las presidenciales 2013 la maquinaria propagandística asocia el concepto de nueva mayoría al bacheletismo y no a la concertación de partidos por la democracia. Pregúntese, el por qué de este hecho (¿?).
Ponga cuidado con esto, pues en la cocina de
poder le están preparando dos candidatos a la carta – que, de manera intuitiva y
de momento, son quienes tienen el control y el poder en la carrera del sillón presidencial -, y
en eso quienes poseen intereses económicos no van a desperdiciar esfuerzo
alguno. Todos y cada uno de los espacios de opinión pública – medios de
comunicación de difusión masiva – se han empeñado en poner el foco casi en
exclusivo en los movimientos del bipartidismo oligopólico (tándem formado por el
“nuevo bacheletismo” y la derecha). En efecto, han dado el pistoletazo de partida a un proceso de enraizamiento (embeddedness) de determinados símbolos e imágenes en la conformación de preferencias e intenciones de voto. Son muchos los millones en juego, en el
negocio de los bienes públicos o de uso colectivo – la electricidad, el agua, el mar, la educación, el cobre, el litio, la
salud, etc. -, y nadie en esta gran industria de la fabricación de
candidatos a presidente está dispuesto a farreárselos.
Por cerrar. El menos o los menos importantes en términos de nuestras ideas, demandas, movilizaciones, reivindicaciones, en todo este gran negocio o juego de la propaganda o manipulación política para alcanzar la cima del poder político-institucional en nuestro país, y el
control de los bienes de uso público, somos nosotros. Nosotros (masa, instrumentos o clientes electorales), los "perdedores", usted y yo, los ciudadanos de a pie.
Miguel
Arismendi G.
Editor
de, “creando crítica, formando opinión pública para una nueva sociedad
política”