BIOGRAFÍA DEL AUTOR

En el mundo acelerado, frío e impersonal, repleto de incertidumbres y tensiones en que nos toca vivir, el experto en ciencias políticas y sociales Miguel Arismendi G. aporta una mirada propia, profundamente cuestionadora y crítica de la realidad, de nuestra realidad actual, la de nuestros espacios de vida. Un análisis sin apego a dogma, receta u ortodoxia alguna sobre los temas o asuntos más calientes y/o controvertidos de la actualidad local, nacional e internacional.
Veinte años de experiencia y estudio en el complejo mundo de las políticas públicas y sociales, avalan sus opiniones.

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martes, 5 de diciembre de 2017

ENTRE EL CONSENSO Y EL DISENSO: ES MOMENTO DE PONER EL FRENO


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¿Por qué no, aumentar la ABSTENCIÓN el 17-D? ¿Por qué no, “una vez más”, expresar masivamente el profundo rechazo al actual proyecto político e institucional de gobernabilidad a las políticas de mercado del DUOPOLIO, capitaneado por la Nueva Mayoría y la Derecha? ¿Por qué no, restarle base de legitimidad al orden político e institucional actual? 

Demostrar el hastío, el malestar y la indignación, con la abstención de la masa electoral, constituye  un derecho cívico. Además, una señal maciza del desafecto de la ciudadanía con respecto a la vigente institucionalidad de la democracia del mercado y de los negociados entre cuatro paredes de los partidos políticos tradicionales. La misma que ha dado cuerpo, por más de 30 años, a la sangrante y dolorosa brecha desigualitaria que hace más ricos a los ricos y más proletarios a la clase trabajadora y pobre. Dicho de otra forma, de la persistente hegemonía de políticas neoliberales que han quitado derechos sociales y de ciudadanía a los sectores sociales distantes del poder y de la toma de decisiones.

Nos encontramos en una encrucijada, que puede definirse en dejar caer - en caída libre - a la concertación o Nueva Mayoría (algo políticamente necesario y urgente de hacer), la que no sería en los hechos una victoria de la derecha al ganar el candidato del “más de la misma receta”. Más bien, significará una batallita ganada de las gentes de la izquierda que defienden los valores de la izquierda. Esa izquierda soberanista, la que se moviliza en dirección a profundizar la crisis de los gestores, y las bases de sustentación, del modelo neoliberal en Chile: las AFPs. o la legitimación y naturalización de las privatizaciones que afectan a distintos bienes públicos considerados esenciales a la hora de proporcionar condiciones materiales de vida dignas o decentes al conjunto de la población.
En los hechos, una baja votación implica gobernar desde la marginalidad o que se apoyaría en una base electoral bajo mínimos: de un padrón de electores aproximado a los 14.000.000 de personas (SERVEL, 2017), gane quien gane, la estimación más optimista señala un apoyo de no más 3.000.000 de electores-país. Este dato, representa un raquítico 21% (aproximadamente) del total de población con derecho a sufragio. Un escándalo, ante una democracia que se presenta difícil para el “inmovilismo” producto de haberse alterado decisivamente los equilibrios del consenso existentes.

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Aquell@s que piensan, que tienen memoria histórica y que hacen política desde la trinchera, han dado un paso en la lucha por dejar atrás la actual condición de rehén o de siervo de los controladores del poder político y del dinero. Estos que, valiéndose del Estado satisfacen intereses privados y mantienen inalterables los privilegios de la élite política como los poderes económicos oligárquicos. El mejor ejemplo, la Constitución del ’80.
En este tablero, el desafío que enfrenta esta izquierda es saber cómo ocupar, dominar y hegemonizar el espacio político abierto por ese 55% del electorado que no vota. Los jóvenes y escépticos (o indiferentes), que con su comportamiento electoral demuestran el profundo descontento, desprecio y apatía con los representantes y las instituciones de la democracia del mercado.

La acción política que ahora toca pensar y hacer, en un plazo de 4 años vista, supondría apostar fuerte por el trabajo de calle y la capitalización estratégica de una cultura política nueva o una nueva consciencia política nacional-popular entre los menos favorecidos o pobres, políticamente hablando: aquell@s que por un pan o por necesidad de subsistencia, se venden al mejor postor fruto de las malas condiciones de vida y de la falta de trabajo decente o digno.
Junto a lo anterior, avanzar en la movilización del votante que no acude a las urnas con el fin de activarlos e implicarlos en el rol de actor político protagónico en la discusión seria de los problemas de nuestra sociedad que les perjudican directamente. Sin duda, tomar esta vía aportaría la capacidad suficiente para competir en mejores condiciones e imponerse por la vía democrática al centrismo y a la derecha que durante más de tres décadas han hipotecado los proyectos vitales de miles de ciudadan@s en las lógicas de un modelo social desigual e injusto: el de las políticas de mercado o neoliberales.



Nota: A l@s que disfrutan de la buena lectura, les dejo un título. Carlo Formenti, La variante populista. Lucha de clases en el neoliberalismo. El Viejo Topo 2017