BIOGRAFÍA DEL AUTOR

En el mundo acelerado, frío e impersonal, repleto de incertidumbres y tensiones en que nos toca vivir, el experto en ciencias políticas y sociales Miguel Arismendi G. aporta una mirada propia, profundamente cuestionadora y crítica de la realidad, de nuestra realidad actual, la de nuestros espacios de vida. Un análisis sin apego a dogma, receta u ortodoxia alguna sobre los temas o asuntos más calientes y/o controvertidos de la actualidad local, nacional e internacional.
Veinte años de experiencia y estudio en el complejo mundo de las políticas públicas y sociales, avalan sus opiniones.

Síguenos en:

twitter.com/Miguelrebellin
www.rebellin.org

sábado, 11 de octubre de 2014

"El consenso de las élites ha consistido en que por encima de todo está Europa y por encima de Europa, el mercado" .

Sami Naïr: "La izquierda y la derecha no son lo mismo, pero en Europa se han comportado igual".


Sami Naïr (1946, Tlemcen, Argelia) quiere una "gran Europa", pero no ésta. El intelectual francés, catedrático de Ciencias Políticas en la universidad Pablo Olavide de Sevilla, cree que es imprescindible expulsar a los mercaderes del templo de las élites en el que se ha convertido la Unión Europea. En su libro “El desengaño europeo”, Naïr repasa la historia del club comunitario para concluir que fue un error fiarlo todo a la construcción de un gran mercado. Cuando eso falla, según él, la idea "beata" de Europa, el europeísmo de bandera, se viene abajo.

-Ha escrito un libro de desengaño, pero no sólo sobre la gestión de la crisis del euro, sino del proyecto europeo en sí.

El sueño europeo ha sufrido un daño tremendo por dos motivos casi culturales. El primero es el utopismo romántico con el que se planteó la construcción europea. Este utopismo ha fracasado frente a unos resultados totalmente contrarios, que corren el riesgo de destrozar definitivamente el sueño de Europa. La responsabilidad la tienen no los que hacen un balance realista sino los que han prometido mucho para darnos nada.
Por otra parte, la opinión pública ha sido descartada desde el comienzo por las élites políticas con la excusa de que “Europa es algo demasiado complejo como para dejarlo en manos de los ciudadanos”. En nombre de esa visión hemos construido no un interés político europeo que generase adhesión sino un sistema de élites con un enorme déficit democrático. Hay elecciones cada cinco años, pero los ciudadanos no saben muy bien sobre qué están votando. Estoy absolutamente convencido de que si se pregunta hoy a un ciudadano cuál es el diputado de su circunscripción, será incapaz de decir su nombre.

-¿No son las elecciones europeas una oportunidad perfecta para corregir ambos defectos?

En las elecciones europeas no se habla de Europa. Es una consecuencia casi natural porque los partidos políticos no tienen mucho que decir. No tienen más programa que el elaborado por la Comisión Europea. Cualquier partido, de cualquier bando, intenta adaptarse a ese programa. El bando conservador utiliza el chantaje de “lo que hay que hacer”, sin alternativa. El progresista, cuando existe, parte de un “no estamos de acuerdo” para hacer propuestas que reenfoquen un poquito ese programa. Pero no hay programa. Es siempre el mismo discurso.

-Tras las últimas elecciones europeas, la izquierda española votó a favor de la reelección de José Manuel Durao Barroso, conservador y anfitrión de la Cumbre de las Azores, como presidente de la Comisión. En estas, los socialistas tienen un candidato, que debate con los demás, y un programa. ¿Esta vez será diferente?

No lo creo. Hay que transmitir a la opinión pública que los políticos de ambos bandos tienen una responsabilidad enorme de lo que ha pasado y no han hecho la autocrítica necesaria para proponernos una alternativa a esa política. Imagínese que Martin Schulz, un gran diputado al que respeto, llega a la presidencia de la Comisión. Va a hacer la política de su partido, un partido aliado de Merkel en el Gobierno alemán. No me imagino a Merkel permitiendo que un socialista llegue a la presidencia de la Comisión para poner en marcha una política distinta a la suya. Si Schulz llega ahí, será con las manos esposadas.

-¿Ha vendido la izquierda su alma?

La complicidad ha existido desde los años 70. Piense en las relaciones entre Francia y Alemania. Valery Giscard d’Estaing y Helmut Schmidt (derecha-izquierda), François Mitterrand y Helmut Kohl (izquierda-derecha), Jacques Chirac y Gerhard Schroeder (derecha-izquierda), Nicolas Sarkozy y Angela Merkel [en este caso, ambos de derechas]. En vez de construir un contraproyecto, la izquierda se ha rendido al de los conservadores intentando matizarlo, suavizarlo o flexibilizarlo para proteger a las capas más débiles. Nunca diré que la izquierda y la derecha son lo mismo a nivel europeo, pero se han comportado igual. Todo pese a que los eurodiputados de izquierdas en el Parlamento Europeo son en muchas ocasiones muy militantes. El resultado objetivo es un proyecto institucional de una Europa-imperio mercantil y no un proyecto de sociedad.

-¿Cuándo sucumbió la izquierda?

1986, el Acta Única. Ahí estriba la gran orientación del mercado frente a la construcción de Europa con los Estados. En vez de contar con un piloto político, algo sobre lo que no había acuerdo, se decidió construir un avión para que volara solo: el mercado. Una vez creado, se le dotó de libertad de circulación de mercancías, servicios y capitales, añadiendo como concesión la circulación de personas. Después, para ese mercado se creó una moneda, el euro, votado por la izquierda socialista, pero no los sectores más críticos. El consenso de las élites ha consistido en que por encima de todo está Europa y por encima de Europa, el mercado. Se ha construido una Europa liberal y profundamente antisocial. Las políticas sociales son el pariente pobre del mercado europeo y la izquierda se ha vuelto cada vez más conservadora, sobre todo la inglesa y la alemana. Fíjese: cuando se puso en marcha la moneda única había 15 gobiernos de izquierda en Europa. La derecha era prácticamente minoritaria.

-En su libro asegura que, tras la Dictadura, España no tenía muchas más opciones que integrarse en la UE, entonces la Comunidad Económica Europea, ese proyecto cuya construcción critica.

España nunca ha tenido margen de maniobra. La Transición fue el producto de la cordura de las élites políticas españolas y el apoyo de países europeos, especialmente de Alemania. Sin el apoyo de Alemania, el PSOE nunca hubiera tenido tanta importancia. Después, durante 15 años, España fue el país más financiado por la UE. Cuando uno recibe ese dinero no abre la boca en las negociaciones más que para defender esos fondos. España ha trabajado muy bien en Europa, pero casi como una funcionaria. Y después adoptó el euro sin discusión, algo que implicaba una convergencia económica que España respetó con una deuda y déficit bajos. Todo ello mientras se emborrachaba de sector inmobiliario.

-Y cuando estalló la burbuja, el margen de maniobra español fue cero.

Con la crisis se ha visto cómo funciona el poder europeo y cómo Merkel y Sarkozy comenzaron a tomar todas las decisiones. Según el filibustero George Soros, los países del sur de Europa van a salir de la crisis como países subdesarrollados. Los países del sur no pueden sobrevivir con un euro tan caro.

-Si continúa el euro caro (algo que penaliza las exportaciones), se “desangrará la población y se privatizará, casi por completo, el sistema económico y social. En ese caso entraríamos en un terreno de guerras sociales”, escribe. ¿A qué guerras se refiere?

Las decisiones de 2009 y 2010 han provocado la destrucción de millones de empleos y la exclusión de una parte importante de la juventud. También ha habido manifestaciones masivas en los países del sur de Europa. Todo ello es un peligro para las élites financieras europeas, algo que Merkel y el BCE entendieron el año pasado, cuando suavizaron un poquito sus políticas.

-¿Es Francia diferente?

En Francia será imposible seguir aplicando esas medidas de austeridad, como ya hemos visto en las últimas elecciones. No aceptará mucho más tiempo que sea la Comisión quien dicte las normas. No lo deseo, pero se está cocinando una explosión generalizada en Francia. No pueden poner estas medidas en marcha en un país en el que no hay un Estado del bienestar, sino un “Estado padre” que no va a desaparecer por mucho que haya que obedecer a Bruselas.

-¿Puede darse esa explosión en España?

España es muy compleja y hay una serie de problemas contradictorios que al final son paralizantes. Hay una disgregación social, acompañada por un paro increíble. También hay una falta de conciencia de lucha motivada por la Transición, que ha funcionado como anestesia de la identidad social mientras las clases populares se iban integrando y mejorando.
Francia es una democracia clásica, casi de libro. España es una democracia moderna, más dinámica, pero con menos arraigo por ser tan joven. Además, hay que sumarle el problema nacionalista, también muy paralizante. Todos los problemas sociales del país se transforman en un problema identitario. Por ejemplo: el Gobierno de Cataluña aplica una política ultraliberal a nivel social, pero la esconde tras la bandera.

-Algo que usted llama “americanización” de la sociedad.

Las privatizaciones, el fin del derecho laboral, grandes bolsas de pobreza… No sé si eso será posible en los países del sur, pero es imposible en Francia. Estallará una revolución social. La recuperación que vemos ahora es meramente coyuntural. El repunte se produce porque hemos llegado muy abajo.

-“A falta de una poderosa movilización de los asalariados, lo peor es posible en Grecia”. ¿A qué se refiere?

Grecia es el país que hoy en día está más cerca de una dictadura de extrema derecha. El Ejército está a un lado, pero aún no ha dicho su última palabra. Los socialistas están muy divididos y su antiguo líder hizo lo que José Luis Rodríguez Zapatero no había hecho en España: decir “no” y plantearse la posibilidad de someter a referéndum la austeridad. Y cuando ocurrió eso, le enseñaron la puerta. El primer plan de rescate del país fracasó. El segundo, también. Grecia se encamina hacia el autoritarismo.


EEUU sabe que está en una posición de declive hegemónico y ve en China una gran amenaza. En ese tratado se pide que sus empresas tengan la posibilidad de entrar libremente en el mercado europeo con normas norteamericanas. Y hay que recordar que nosotros tenemos el principio de precaución [protección ante los riesgos, aunque el peligro no esté demostrado], por lo que un tratado así inundará el mercado europeo de productos potencialmente peligrosos. La guinda del pastel es un tribunal para resolver conflictos que no sea ni el de los Estados ni el de la UE, sino uno especial donde tendrán influencia las empresas. No es un tratado más. Acabará con lo poco de social que le queda a Europa.

-¿Es posible revertir el rumbo?

Si verdaderamente queremos construir Europa hay que transformar el proyecto en debate público, político e institucional. Hay que prohibir la mezcla de posiciones políticas, porque no es normal. Y abordar el objetivo último de la actual Europa: la privatización de lo público para mercantilizar todas las actividades. De ahí viene la política de austeridad.

-¿Cómo se acaba con el déficit democrático?

Faltan partidos políticos con una concepción clara de la situación. En esos partidos hay que generar una idea nueva de la construcción de Europa y replantear la arquitectura institucional. El déficit democrático no se soluciona mandando más diputados a Bruselas. Hay que controlar a la Comisión, al Consejo, al BCE y reorganizar los poderes del Parlamento Europeo.
Basta con participar en una reunión del Parlamento o del Consejo para ver que una Europa beata no existe, hay que verla en función de las razones de fuerza.

-¿A qué se refiere?

A que cada uno quiere defender las posiciones de su país. No creo en el federalismo europeo. Es demasiado pronto y no hay legitimidad. No veo a un francés aceptar a un presidente de la República alemán. Los cementerios están ahí. Hay que construir algo realista y no una utopía romántica que ya nos ha conducido al fracaso.

-El sueño del arquitecto de Europa Jean Monnet ha muerto.

Y no lo digo yo, lo dicen ellos. Construir Europa a través de un mercado no funciona, porque tiene como límite un espacio comercial. Hay que construir una gran Europa, pero no está sino una en la que la inteligencia se apodere del debate europeo con una visión crítica. No necesitamos una concepción beata de Europa.

-¿Cómo se ha construido ese dogma europeísta?


Antes, a alguien podían preguntarle: ¿es usted francés? Sí, soy francés. ¿Es usted europeo? Sí, claro, soy europeo. Eso nunca fue un problema. Pero hemos transformado una obviedad en un proyecto de futuro. No necesitábamos sentirnos europeos. Lo somos. No entenderlo así nos lleva a situaciones como la del estallido de la crisis. En Alemania se dijo que en nombre de la solidaridad europea había que ayudar a España. La reacción allí fue calcular cuánto le cuesta un español a cada alemán. Y cuando se diseñó el fondo de rescate para rescatar a Grecia, el Tribunal Constitucional de Alemania vino a decir: “cuidado, porque el pueblo europeo no existe”. Tenía razón. Europa no es un pueblo sino una determinación geográfica. De la misma manera que el pueblo africano no existe, sino decenas de Estados.


Documento publicado el 14/05/14, en: http://www.huffingtonpost.es/

Prof. Miguel Arismendi G.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿Somos los ciudadanos del Chile del S. XXI rehenes del poder político y económico que gobierna "a su antojo" los destinos de este país?

¿Está la derecha económica (y algunos sectores del nuevo bacheletismo “celadores de la ortodoxia del mercado”) jugando a empobrecer a la clase media como estrategia desactivadora (o desmotivadora) de las reformas estructurales – entiéndase REFORMA TRIBUTARIA y ESTATALIZACIÓN DE SECTORES ESTRATÉGICOS (educación, salud, previsión social) PARA EL DESARROLLO ARMÓNICO DE NUESTRO PAÍS – que la “calle” ha exigido a golpe de movilizaciones a los gobernantes-empresarios de turno?

La clase media y la clase trabajadora – aquellos que no viven del festival populista y demagógico de los “bonos y subsidios adormecedores de consciencia” - ha visto como su consumo ha caído drásticamente durante los últimos meses. Esto, a consecuencia de alzas constantes en el costo de la vida y el adelgazamiento evidente de los “salarios reales”. Por ejemplo, el precio de los productos alimentarios en el supermercado o las subidas y bajadas constantes en el precio del combustible que encienden alarmas, crean incertidumbre y preocupación o entretención permanente en los consumidores.

En Chile, producto del modelo de desarrollo de libre mercado adoptado en los ´80 del siglo pasado y que ha sido administrado eficientemente por los gobiernos de cuño socialdemócrata y democristiano, es la gran empresa o los empresarios o derechamente “el mercado” quien está al mando de la economía y de las grandes decisiones país: decisiones con influencia directa sobre la vida cotidiana de los ciudadanos(as).
Pero, ¿qué consecuencias estructurales acarrea este hecho político, económico y sociológico entre las clases medias, trabajadoras y pobres de este país? ¿Cómo o de qué forma afecta en el “comportamiento social” de la ciudadanía el que un sector poderoso en este país manipule a su voluntad y decisión las líneas maestras del desarrollo?

Pasemos, a continuación, a revisar algunos de los ejes centrales de esta discusión.

Primero, mirado este fenómeno desde una perspectiva estrictamente económica y política el panorama se presenta francamente desolador. ¿Por qué? Bien, porque el diseño institucional adoptado por este país señala que el Estado de Chile no debe intervenir o regular la dinámica organizativa de la economía en cuestiones tan trascendentales como la preocupación por la desigualdad - fijar salarios, ordenar y regular los precios, establecer mecanismos de distribución igualadores de cargas y beneficios en los distintos estratos sociales, entre otras - o de proveer universidad gratuita, por ejemplo.
Por poner algunas cifras explicativas de la materia en discusión: según los datos aportados por la Dirección de Presupuestos Nacional (DIPRES), el gasto público en 2013 alcanzó el 23,65% del Producto Interno Bruto (PIB). Nuestro país se ubica en el puesto 47 a escala mundial en materia de gasto público, por detrás de países como Argentina (44,29), Brasil (40,48%), Colombia (28,26%), Ecuador (40,40%) o México (27,3%). En cualesquiera de estos países, donde la inversión pública expresa una preocupación superior por proteger el interés colectivo o a las personas, la intervención del Estado en más intensa o mayor que en Chile. Ahora bien, ni hablar de los países desarrollados o post-industrializados pues de entrar en comparaciones haríamos el ridículo más absoluto.
La realidad en datos de esta institución total llamada Estado, puede ser bien comprendida haciendo uso de las palabras sentenciadas por un sabio latinoamericano al momento de salir elegido Lula (representante del partido de los trabajadores) como presidente del Brasil (período 2003-2011): “Lula llegó al gobierno de la nación, pero no al PODER”.

Surge entonces la siguiente interrogante: ¿Qué circunstancias sociales impiden un mayor intervencionismo estatal, reflejado este hecho en cifras o en los números, como institución con la capacidad suficiente de otorgar garantías efectivas a la población para mejorar los niveles de bienestar y de protección social afectados por la supremacía del modelo de acumulación de riqueza capitalista imperante en Chile?
Dicho de otra forma, ¿está realmente capacitado el Estado chileno para poner freno a las arremetidas de las fuerzas descontroladas o fallos del mercado que impiden mayores cuotas de bienestar y desarrollo social o es que está jugando a favor de la profundización del sistema de sociedad del capitalismo neoliberal? Ejemplos del “des-control del mercado” o del “mercado des-atado”, obtenidos de la radiografía de nuestra realidad, abundan: el aumento incontestado del costo de la vida (bienes y servicios básicos) o el precio de los carburantes, el ajuste a la baja – arbitrario - de los salarios, la rebaja de las garantías y condiciones laborales, las elevadas tasas de desigualdad estructural y de pobreza por sobre las cifras aportadas y que oculta la estadística oficial, el liberalismo salvaje o darwinismo social imperante en sectores tan estratégicos para el desarrollo de un país como son la educación, la salud (enfermedad), la previsión social (jubilación), entre otros? Sugiero revisar el siguiente (breve) artículo: ¿Santiago más caro que Londres? El costo de la vida sube y sube…

Algunas de las explicaciones posibles de dar a este problema (pues no sería una, exclusivamente) se remontan a lo vivido en este país durante las últimas tres décadas: período 1980- 2014. Aquí se conjuga o fusiona el juego perverso de factores de tipo político, ideológico o de arreglos históricos institucionales – conglomerados asociados al poder gobernante y grupos de influencia económica -, que valiéndose de la vía económica y política han obstaculizado el crecimiento de las capacidades y funciones del Estado: en síntesis, “su tamaño”.
Las reformas estructurales del Consenso de Washington, aplaudidas por liberales y socialdemócratas de toda la región latinoamericana, ajustaron “a la baja” el tamaño del Estado dejando sometidas a las sociedades a las reglas unilaterales de la mano invisible del mercado o del laissez faire. Una lectura actualizada de este hecho la puede obtener oyendo el discurso del renovadísimo ex presidente socialista (¿..?) Ricardo Lagos (alías “capitán planeta”), quien hace muy poco en un seminario de ICARE entonó el canto de sirenas de lo concesionable o más bien de la “privatización encubierta” en asuntos de obras e infraestructura. A este respecto, solo me cabe decir que mucho me temo que este señor se ha contagiado de la subversión ideológica de Felipe González (ex presidente español, representante del Partido Socialista Obrero Español), quien se ha manifestado abiertamente a favor de una gran alianza con la derecha española. En síntesis, absorbido por la insensata idea de consolidar el sistema neoliberal o de libre mercado. Cuestión que Lagos, y a las pruebas me remito, también daría por bueno!  

A las lógicas del mercado y de la fe ciega puesta en el crecimiento económico por nuestros máximos representantes, a las que se sumó el proceso ascendente de reducción o “minimalización” de la función pública (proceso empleado a su vez como medio para normar la desafección política de la ciudadanía en los asuntos de interés público), son atribuibles algunos de los grandes problemas sociales observados actualmente en nuestra sociedad:
i)                     elevadas tasas de desigualdad en la distribución de los ingresos, desigualdad que priva a los ciudadanos de la “libertad real”.
ii)              imposibilidad en un sector amplio de la ciudadanía de “escapar de la pobreza” mediante la movilización objetiva en la escala o estructura social, generando oportunidades muy desiguales. Ejemplo de ambos fenómenos, lo son: el enorme muro que impide materialmente a los pobres movilizarse de un quintil a otro (del quintil dos al tres, escapando así de la pobreza y mejorando las condiciones materiales de vida). O la educación pública-municipalizada, máquina reproductora de la desigualdad y la fragmentación social (la denominada “sociedad de los dos tercios” o los excluidos y los incluidos).

Ambas situaciones – cóctel de desigualdad más pobreza alimentado por los gobernantes de turno y las coaliciones del poder e influencia - han llevado periodicamente a la infrautilización del capital humano y el impedimento a los individuos de explorar y desarrollar sus talentos y capacidades (Myrdal, 1960; Alesina y Rodrick, 1994; Persson y Tabellini, 1994).


Segundo, el que un sector muy poderoso de la sociedad (derecha económica, derecha política y los partidos de gobierno pro mercado) tenga el control casi total de las vidas de la mayoría de los ciudadanos (as) en este país ha colaborado en deteriorar la frágil democracia: la “perfecta dictadura” disfrazada en piel de democracia. En efecto, al haber dejado en manos de algunos sectores minoritarios de la sociedad los recursos – clase política y los grupos de poder – éstos han hecho valer su posición política-económica influyente para manejar a su antojo el comportamiento social colectivo. ¿En qué situaciones o hechos es posible evidenciar este manejo, regulación y control, que pesa sobre la vida de los ciudadanos? Al menos en los siguientes hechos: a) colocando mucho dinero en la política electoral o campañas en los distintos procesos eleccionarios que a posteriori limita la toma de decisiones democráticas pues están dentro del Estado y fuera de éste, b) concentrando riqueza (AFPs., sector energético, ISAPRES, educación privatizada, políticos-empresarios, medios de comunicación de masas, etc.) y formando auténticas estructuras de poder infranqueables.
Aquí es donde el poder del dinero y la influencia política intervienen activamente, cuando así lo consideran oportuno y conveniente introduciendo fórmulas que crean disonancia cognitiva en la ciudadanía, en debilitar las relaciones sociales y la solidaridad social conducente a reequilibrar la balanza a favor de las amplias mayorías sociales: introducen dosis significativas de individualismo (el famosos “yoísmo”), desconfianza e incertidumbre con el fin que los ciudadanos se despreocupen de la “comunidad”, de lo “colectivo” o del “interés común” . Citaré, entonces, dos formas básicas en cómo estos poderes se han hecho del control de determinados recursos ejerciendo coacción deliberada sobre las consciencias movilizadoras de la población: 1) por medio de la regulación del mercado de trabajo, siendo ésta la principal fuente generadora de las desigualdades en una sociedad capitalista: Alan Greespan, ex presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos en referencia a los trabajadores del actual modelo neoliberal, llamó la psicología del “trabajador traumatizado”, el cual se resiste a exigir mayores salarios por inseguridad y por temor a perder su empleo; y 2) por medio de la regulación de las decisiones sobre las políticas sociales gubernamentales de mínimos (selectiva y residual) – gasto público y social -, y valiéndose de subsidios y bonos individualizadores por tratarse de los instrumentos más importantes de manipulación del comportamiento social en ese vasto segmento de población pobre y necesitada. Este estrato social es quien aporta la base material, mediante el voto en las elecciones, sobre el cual se sostiene el edificio del poder monopólico o de intereses personales de la clase adinerada y de los políticos-empresarios de turno.

Concluyo diciendo que la distribución de recursos en esta lógica – menos para el Estado más para los privados o el mercado -, es funcional a la ampliación de los diferentes tipos de desigualdad que se dan en nuestra imperfecta democracia: no únicamente de ingresos, sino también de género o étnica o de estatus social. Este tipo de democracia configurada al modo de la sociedad de mercado, favorece a la preservación de las lógicas de concentración intacta de riqueza en unos pocos y la movilidad financiera como factor clave en la limitación del poder ciudadano en la conducción (bajo el principio de “libertad real”) de propios proyectos de vida o ideal de vida deseado.

Lo dicho. 

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El desempleo de los titulados chilenos duplica la media de la OCDE.



La idea de que los jóvenes de hoy vivirán peor que sus padres está muy extendida: la denominada “generación CANGREJO”.
La OCDE: "Tener más estudios para protegerse del desempleo" no es garantía de nada.
El desempleo entre universitarios duplica la media de los países desarrollados.
Karl Marx, ("El Capital", 1848), el desplazamiento de la mano de obra por maquinaria aumentaría el número de los sin-trabajo que engrosaría las filas del "ejército de reserva de los desempleados". 

Juan Mancilla, kinesiólogo de 26 años, no lo puede decir más claro: “en este país lo del empleo está reventado en muchas profesiones de las cuales se decía no tendríamos problemas con el empleo. Hay muchos jóvenes estudiando lo mismo, y afuera no nos contratan o cuando nos contratan es en condiciones cada vez más precarias. Este joven, señala además que vive con sus padres “y de sus padres”. No le queda otra por el momento”.


El Panorama de la Educación 2014 señala que el “desempleo” de los titulados chilenos duplica la media de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Los datos hablan de un aumento en la brecha de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, y que los contratos que firman son cada vez más precarios (entiéndase por tal: días sueltos de trabajo, contratos a honorarios, extensas jornadas laborales, entre otras). 
Por poner cifras, los jóvenes en edades comprendidas entre 15 y 29 años, al 2012, que ni estudian ni trabajan alcanzan cifras del 23% del total, unas de las más altas de los países de la OCDE. Estas cifras son cercanas a países como México (23%), Italia (24%) y España (26%). Consideremos que la media de los países de la OCDE, es de 15% (ver gráfico).

En el mismo orden de ideas, las cifras de empleabilidad confirman que en Chile el 68% de la fuerza de trabajo empleada (de 25 a 64 años) posee algún grado de formación y/o instrucción escolar: pre-primaria, secundaria y terciaria. Pero si entramos en comparaciones de cómo estamos, la respuesta es sombría pues nuestro país se aleja bastante del promedio de los países de la OCDE con cifras promedio del 73%.

Los universitarios sin empleo ni continuidad en sus estudios han aumentado considerablemente durante los últimos años por lo que no se trataría de un problema particular del desempleo juvenil, sino simplemente del ´”desempleo”. Dicho de otra forma, quienes son los directos responsables de la creación y de dar empleo en esta sociedad de mercado no lo están produciendo ni en cantidad ni menos en calidad cuando lo hay: “los empresarios” o “los amos del sistema económico-social chileno, nuestro sistema”.

Al hilo de esta cuestión, apuntar que el “desempleo” es el sello característico de los tiempos que vivimos. Una de las explicaciones más repetidas a este fenómeno social y económico desde los especialistas y/o expertos afines a las tesis del mercado (los pro-mercado, liberales y libertarios), es que la principal causa de la existencia de un desempleo elevado en la falta de “capital humano” en las personas desempleadas (entiéndase por tal, “formación para el mundo del trabajo”) que les permita trabajar en los puestos existentes. Este desempleo, sería el resultado de la no correspondencia entre los puestos de trabajo disponibles y los conocimientos de los candidatos a tales puestos de trabajo (V. Navarro, 2014). 
Por desmontar esta tesis falaz, decir que el 75% de todos los puestos de trabajo que requieren una elevada cualificación representa solo el 3% de todos los puestos de trabajo existentes en EE.UU Como usted y yo sabemos, la economía más rica y tecnológicamente avanzada del mundo globalizado. Mientras que, un gran porcentaje de los puestos de trabajo que se están creando en Chile son empleos de “baja cualificación”: somos un país declaradamente  importador, no productor ni generador, de tecnología y adelantos científicos. Por retomar los conceptos de A. Gunder Frank, aun estamos atrapados en lo que él tan sabiamente en la década de los ´60 del siglo pasado denominó como “el desarrollo del subdesarrollo”. La constatación empírica de este hecho se observa a diario - en nuestras calles, plazas, accesos a terminales de buses, ferias libres, etc. - en la ampliación y/o crecimiento del "empleo informal" o "infraempleo".

En realidad, la situación actual del país en materia de empleo – y según indica el informe - destaca la “alta tasa de temporalidad” del empleo o empleo a tiempo parcial en nuestros jóvenes que de manera frecuente combinan contratos temporales de muy corta duración (tres o seis meses) con períodos de desempleo.
Queda claro a la luz de las cifras que el desempleo marca a fuego la educación chilena, dejando los números al desnudo uno de los principales problemas – o problema grave - del sistema educativo y del (errático) diseño de esta política pública. Por no decir de los errores o fallos cometidos por el mercado (las coaliciones del poder y de influencia políticas y económica) en esta materia tan sensible para el desarrollo estructural del país, el cual estando por encima del Estado define las grandes líneas de acción a seguir en base al imperativo económico (o dogma) de la búsqueda de la maximización de beneficios: la privatización de la educación, el no intervencionismo público-estatal para dejar paso a la libre competencia, el papel gerencial y/o empresarial asignado a la función pública (la mal llamada “alta gerencia pública”), la división del trabajo, la jibarización de los derechos laborales y la regulación salarial, entre otras.

Cuidado con esto pues no se trata de un asunto baladí o insignificante, porque un elevado desempleo quiere decir, también, sueldos más bajos, además de menos personas empleadas. Como sentenció K. Marx (1848) hace ya más de un siglo y medio, cuando observó el comportamiento de la economía de mercado en pleno auge de la revolución industrial:"que los capitalistas para mantener su posición de poder habían de asegurar una abundante oferta de mano de obra a salarios de subsistencia. La miseria creciente de la clase trabajadora y pobre era un subproducto necesario de tales mecanismos".

Sin duda, los grandes niveles de desigualdad observados en la arquitectura, y dinámica propia, del sistema educacional cuyo reflejo se proyecta de inmediato en el plano laboral seguirán de forma persistente afectando a las familias con los ingresos más bajos. En definitiva, una causa de la pobreza y del crecimiento de las desigualdades - o no poder escapar de estas tragedias - en un modelo de sociedad capitalista como la nuestra son las “perversiones” derivadas del propio mercado de trabajo, y generosamente consentidas por los actuales gobernantes.

Lo dicho.





jueves, 23 de enero de 2014

El modelo a seguir y el control ciudadano para no repetir malas experiencias de gobernabilidad de nuestro pasado reciente.

No nos debería dejar de sorprendernos que en la actualidad en países como España se esté sometiendo a juicio en los tribunales de justicia, a un grupo importante de defraudadores(as) y corruptos. Unos personajes que valiéndose de sus posiciones de poder y afinidades políticas, expolian las arcas públicas o cometen fraudes económicos a fin de enriquecerse indebidamente.
Cito, por ejemplo, el caso de la infanta Cristina y la implicación en casos de corrupción, de políticos renombrados que están actualmente encarcelados o de emblemáticos presidentes de clubes de fútbol – Sevilla F.C. y el Barcelona - que han sido sorprendidos con las manos en la masa, o de la denuncia de importantes “ONGs.” de la ocultación de la élite comunista China de grandes sumas de dinero en paraísos fiscales (vaya, vaya con los comunistas).

Mientras tanto, en Chile “miramos para el lado” o esto no ocurre ni de lejos. La dura realidad pareciera indicarlos que nuestra institucionalidad política ha naturalizado estos hechos y, por tanto, gozan de plena legitimidad en pleno siglo XXI. Aquí juzgamos otro tipo de causas, si no por qué de la reforma procesal chilena y la creación de nuevos tribuales de justicia: deberíamos interrogarnos acerca de qué tipo de causas se tramitan allí, pues son los que concentran mayor parte de tiempo y recursos.
Son muchos los casos conocidos en los 24 años de democracia – pero que por omisión o el juego de intereses opacos no son juzgados por nadie (ni por los tribunales ni por la sociedad civil para dictar condenas desde la base de la “moral colectiva”) – de (re)nombrados políticos que explotando el recurso de su membrecía en partidos ligados al poder, y cargos de representación ciudadana, ponen y sacan a su antojo a amigos y parientes de los cargos públicos. O a la propia familia, de las contratas públicas millonarias alrededor de gobiernos regionales, locales y municipios: contratas millonarias en el manejo de residuos y basuras, mantención de aseo y ornato, construcción de escuelas, consultorios, y un largo etcétera. Si esto es corrupción y tráfico de influencias, entonces qué venga Dios y me lo diga.

Les pondré un ejemplo más concreto. Durante las últimas semanas hemos sido testigos en primerísima persona, de las luchas intestinas entre miembros de un mismo partido político o de partidos diferentes del “nuevo bacheletismo” en nuestra comuna y región”, por la pelea para ocupar cargos públicos en el nuevo gobierno. La “joya de la corona” es el nicho de la INTENDENCIA REGIONAL o el cargo de INTENDENTE. Circulan en los medios de comunicación, y en la rumorología, para este cargo un sinfín de candidatos y candidatas de todos los portes, colores o características, interesados todos ellos de ganarse un salario de siete dígitos: $ 5.000.000 aprox.: muchos de éstos están sedientos y hambrientos por hacerse con el cargo. Digo y subrayo lo de “ganarse un salario o sueldazo”, pues en estas circunstancias lo de cumplir una “función de interés público” con estricto apego a la ética pública cae relegado a un segundo o tercer plano. Y este “sueldazo” con cargo a las arcas públicas y nuestros impuestos, sépalo usted, es sólo el piso de entrada. Después vienen todos los agregados por distintos conceptos: llámese comisiones (por arriba y por debajo), participaciones en negocios, y un largo etcétera. Eso, de sobra, es sabido por gente de mediana inteligencia o con algo de conocimiento en el manejo de los asuntos de las políticas públicas.
Por otra parte, quienes se han mostrado más motivados e interesados en esta disputa de poder y de ganar una posición de privilegio para perpetuarse en los cargos - colocar a algún(a) candidato(a) de su predilección o de su más estricta confianza -, son los representantes elegidos a ocupar cargos de representación en las elecciones del 15-N (senadores y diputados del partido gobernante). Sin dejar de lado a los alcaldes de este conglomerado, pues algunos de éstos han demostrado ansías exageradas en poner en cargos a “chicas guapas” sin ningún mérito ni menos conocimiento y competencias mínimas en estas artes. Lo siento por los ciudadanos y votantes de estos personajes, pues quienes sean elegidos(as) para ocupar cargos tomarán decisiones transcendentales que afectarán las condiciones de vida y el bienestar de nuestras comunidades. Este hecho no es baladí, sépalo usted, pues le están faltando el respeto a los ciudadanos y a las promesas de campaña!

La razón parece una obviedad, la (re)generación de correas de transmisión o la cuadratura de círculo o “jaulas de hierro” después de cuatro años de alejamiento de la “sala de mandos”: El Estado y sus instituciones políticas. Autenticas cofradías o en palabras de un buen analista político, la perfecta consolidación de un gobierno regional y local AUTÓCRATA (uno mismo en el poder) que supone tener a la ciudadanía cautiva o dentro de sus "redes de dominación y dependencia".

Mucho me temo, amigos(as) míos(as), y sin necesidad alguna de consultar el oráculo, que los cambios institucionales anunciados a bombos y platillos en la retórica de campaña presidencial del “nuevo bacheletismo” – profundizar la democracia política en nuestro país, región, provincia y comuna -, tendrá más y lo mismo de estos ingredientes. En síntesis, más inmovilismo y más statu quo.


Prof. Miguel Arismendi G.
Editor de, “creando crítica, formando opinión pública para una nueva sociedad política”
Síguenos y ayúdanos a transmitir nuestro mensaje posteando entre tus amig@s las siguientes direcciones web:
http://miguelarismendig.blogspot.com