BIOGRAFÍA DEL AUTOR

En el mundo acelerado, frío e impersonal, repleto de incertidumbres y tensiones en que nos toca vivir, el experto en ciencias políticas y sociales Miguel Arismendi G. aporta una mirada propia, profundamente cuestionadora y crítica de la realidad, de nuestra realidad actual, la de nuestros espacios de vida. Un análisis sin apego a dogma, receta u ortodoxia alguna sobre los temas o asuntos más calientes y/o controvertidos de la actualidad local, nacional e internacional.
Veinte años de experiencia y estudio en el complejo mundo de las políticas públicas y sociales, avalan sus opiniones.

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miércoles, 10 de septiembre de 2014

El desempleo de los titulados chilenos duplica la media de la OCDE.



La idea de que los jóvenes de hoy vivirán peor que sus padres está muy extendida: la denominada “generación CANGREJO”.
La OCDE: "Tener más estudios para protegerse del desempleo" no es garantía de nada.
El desempleo entre universitarios duplica la media de los países desarrollados.
Karl Marx, ("El Capital", 1848), el desplazamiento de la mano de obra por maquinaria aumentaría el número de los sin-trabajo que engrosaría las filas del "ejército de reserva de los desempleados". 

Juan Mancilla, kinesiólogo de 26 años, no lo puede decir más claro: “en este país lo del empleo está reventado en muchas profesiones de las cuales se decía no tendríamos problemas con el empleo. Hay muchos jóvenes estudiando lo mismo, y afuera no nos contratan o cuando nos contratan es en condiciones cada vez más precarias. Este joven, señala además que vive con sus padres “y de sus padres”. No le queda otra por el momento”.


El Panorama de la Educación 2014 señala que el “desempleo” de los titulados chilenos duplica la media de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Los datos hablan de un aumento en la brecha de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, y que los contratos que firman son cada vez más precarios (entiéndase por tal: días sueltos de trabajo, contratos a honorarios, extensas jornadas laborales, entre otras). 
Por poner cifras, los jóvenes en edades comprendidas entre 15 y 29 años, al 2012, que ni estudian ni trabajan alcanzan cifras del 23% del total, unas de las más altas de los países de la OCDE. Estas cifras son cercanas a países como México (23%), Italia (24%) y España (26%). Consideremos que la media de los países de la OCDE, es de 15% (ver gráfico).

En el mismo orden de ideas, las cifras de empleabilidad confirman que en Chile el 68% de la fuerza de trabajo empleada (de 25 a 64 años) posee algún grado de formación y/o instrucción escolar: pre-primaria, secundaria y terciaria. Pero si entramos en comparaciones de cómo estamos, la respuesta es sombría pues nuestro país se aleja bastante del promedio de los países de la OCDE con cifras promedio del 73%.

Los universitarios sin empleo ni continuidad en sus estudios han aumentado considerablemente durante los últimos años por lo que no se trataría de un problema particular del desempleo juvenil, sino simplemente del ´”desempleo”. Dicho de otra forma, quienes son los directos responsables de la creación y de dar empleo en esta sociedad de mercado no lo están produciendo ni en cantidad ni menos en calidad cuando lo hay: “los empresarios” o “los amos del sistema económico-social chileno, nuestro sistema”.

Al hilo de esta cuestión, apuntar que el “desempleo” es el sello característico de los tiempos que vivimos. Una de las explicaciones más repetidas a este fenómeno social y económico desde los especialistas y/o expertos afines a las tesis del mercado (los pro-mercado, liberales y libertarios), es que la principal causa de la existencia de un desempleo elevado en la falta de “capital humano” en las personas desempleadas (entiéndase por tal, “formación para el mundo del trabajo”) que les permita trabajar en los puestos existentes. Este desempleo, sería el resultado de la no correspondencia entre los puestos de trabajo disponibles y los conocimientos de los candidatos a tales puestos de trabajo (V. Navarro, 2014). 
Por desmontar esta tesis falaz, decir que el 75% de todos los puestos de trabajo que requieren una elevada cualificación representa solo el 3% de todos los puestos de trabajo existentes en EE.UU Como usted y yo sabemos, la economía más rica y tecnológicamente avanzada del mundo globalizado. Mientras que, un gran porcentaje de los puestos de trabajo que se están creando en Chile son empleos de “baja cualificación”: somos un país declaradamente  importador, no productor ni generador, de tecnología y adelantos científicos. Por retomar los conceptos de A. Gunder Frank, aun estamos atrapados en lo que él tan sabiamente en la década de los ´60 del siglo pasado denominó como “el desarrollo del subdesarrollo”. La constatación empírica de este hecho se observa a diario - en nuestras calles, plazas, accesos a terminales de buses, ferias libres, etc. - en la ampliación y/o crecimiento del "empleo informal" o "infraempleo".

En realidad, la situación actual del país en materia de empleo – y según indica el informe - destaca la “alta tasa de temporalidad” del empleo o empleo a tiempo parcial en nuestros jóvenes que de manera frecuente combinan contratos temporales de muy corta duración (tres o seis meses) con períodos de desempleo.
Queda claro a la luz de las cifras que el desempleo marca a fuego la educación chilena, dejando los números al desnudo uno de los principales problemas – o problema grave - del sistema educativo y del (errático) diseño de esta política pública. Por no decir de los errores o fallos cometidos por el mercado (las coaliciones del poder y de influencia políticas y económica) en esta materia tan sensible para el desarrollo estructural del país, el cual estando por encima del Estado define las grandes líneas de acción a seguir en base al imperativo económico (o dogma) de la búsqueda de la maximización de beneficios: la privatización de la educación, el no intervencionismo público-estatal para dejar paso a la libre competencia, el papel gerencial y/o empresarial asignado a la función pública (la mal llamada “alta gerencia pública”), la división del trabajo, la jibarización de los derechos laborales y la regulación salarial, entre otras.

Cuidado con esto pues no se trata de un asunto baladí o insignificante, porque un elevado desempleo quiere decir, también, sueldos más bajos, además de menos personas empleadas. Como sentenció K. Marx (1848) hace ya más de un siglo y medio, cuando observó el comportamiento de la economía de mercado en pleno auge de la revolución industrial:"que los capitalistas para mantener su posición de poder habían de asegurar una abundante oferta de mano de obra a salarios de subsistencia. La miseria creciente de la clase trabajadora y pobre era un subproducto necesario de tales mecanismos".

Sin duda, los grandes niveles de desigualdad observados en la arquitectura, y dinámica propia, del sistema educacional cuyo reflejo se proyecta de inmediato en el plano laboral seguirán de forma persistente afectando a las familias con los ingresos más bajos. En definitiva, una causa de la pobreza y del crecimiento de las desigualdades - o no poder escapar de estas tragedias - en un modelo de sociedad capitalista como la nuestra son las “perversiones” derivadas del propio mercado de trabajo, y generosamente consentidas por los actuales gobernantes.

Lo dicho.





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