BIOGRAFÍA DEL AUTOR

En el mundo acelerado, frío e impersonal, repleto de incertidumbres y tensiones en que nos toca vivir, el experto en ciencias políticas y sociales Miguel Arismendi G. aporta una mirada propia, profundamente cuestionadora y crítica de la realidad, de nuestra realidad actual, la de nuestros espacios de vida. Un análisis sin apego a dogma, receta u ortodoxia alguna sobre los temas o asuntos más calientes y/o controvertidos de la actualidad local, nacional e internacional.
Veinte años de experiencia y estudio en el complejo mundo de las políticas públicas y sociales, avalan sus opiniones.

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sábado, 30 de marzo de 2013

Asociacionismo hoy en Chile: problemas y desafíos frente a los cambios sociales.



“Quienes dicen ‘dejémonos de utopías, bajemos a la realidad’ nunca mejorarán la realidad y ni siquiera llegarán a conocerla. Quienes dicen que el pesimismo es el optimismo inteligente son muy poco inteligentes; nunca mejorarán la educación pero, eso sí, verán refrendada su profecía que fatalmente se cumple, que las cosas están mal y continuarán peor”. 
MARCO MARCHIONI




Una sociedad vertebrada, organizada, cooperativa y participativa en el Chile de hoy - la recomposición del tejido y las fuerzas sociales asociativas de la sociedad civil - es una aspiración y una urgente necesidad para todas aquellas personas que sueñan con una sociedad cada vez más desarrollada, más justa, menos desigualitaria y más democrática.
Esta aspiración y urgente necesidad, si analizamos detenida y objetivamente la realidad o hábitat que nos rodea, en la actualidad se estrella frontalmente con una serie de datos conseguidos de la realidad – crisis de divisionismo y fragmentación intra e inter clases sociales - y fenómenos sociales – clientelismo político, asistencialismo institucional, subordinación y servidumbre a los partidos políticos tradicionales y políticos profesionales - que las ponen en entredicho y que las pueden vaciar del contenido progresista que encierran. Reconocer estos hechos objetivos es fundamental, para no morir en el intento.

A la hora de plantearse las posibles vías para hacer real esta aspiración puesta en la mente, consciencia y el discurso político de muchos de los ciudadanos interesados en el bien común, y para que no se convierta en una utopía vacía, conviene poner el foco en al menos las siguientes cuestiones: a) los cambios sociales y sociológicos generados en las últimas cuatro décadas a causa de los grandes acuerdos (o pactos) institucionales en Chile, basados en los principios o dogmas del mercado de alcance general (en todas y cada una de las esferas de nuestra vida), y sus consecuencias en las personas; b) la enseñanza obtenida de las buenas y malas experiencias pasadas en campo del asociacionismo y de las movilizaciones sociales contestatarias cuestionando el modelo neoliberal de desarrollo, y c) los aspectos sociopolíticos que hay que tener en cuenta para avanzar hacia “mejores formas de asociacionismo o movimientismo social”, como hecho social legítimo e impostergable.
Con estos tres elementos en mente al menos, hemos de reconocer que el mundo – nuestros espacios vitales o de sociabilidad - que nos rodea ha cambiado profundamente en los últimos tiempos y seguirá cambiando con una rapidez desconocida en la historia de la humanidad. Lo que no está del todo claro, en el caso de nuestro país y sociedades locales, son las consecuencias humanas y sociopolíticas de mantenerse o aumentar los niveles actuales de “desigualdad estructural”. La “desigualdad”, por sobre la “pobreza” (que es lo que nos hacen creer las instituciones oficiales, la clase política y las elites económicas), se ha convertido en la verdadera "espada de Damocles" en la organización de las sociedades capitalistas, como es el caso del Chile del presente. Y, si los costos de este fenómeno lo seguirán pagando parte no menor de la clase media, la clase trabajadora y pobre del país.
Algunos de los cambios que mayormente están influyendo en nuestras vidas, y que van a condicionar el próximo futuro de nuestras vidas por tratarse de factores determinantes en la organización de nuestra sociedad, a saber: i) las profundas transformaciones que se han dado en las relaciones y derechos laborales (el trabajo y el empleo en una “carrera descendente” – race to the bottom -, ilustrado en las políticas públicas de flexibilidad y precariedad del empleo y los ingresos) a causa de la revolución del capital financiero y monetario internacional y las aplicaciones intensivas de las nuevas tecnologías, ii) los cambios demográficos con un creciente envejecimiento de la población debido, en gran medida, a la prolongación de la esperanza de vida: Según el Instituto Nacional de Estadística (2008), se estima que hacia el 2025, en Chile habría 1 adulto mayor por cada menor de 15 años y, hacia el 2050 habría 1,7 adultos mayores por cada menor de 15, y iii) la incorporación creciente e innegable de la mujer a todos los aspectos de la vida pública, lo cual acarrea profundas y sentidas consecuencias en la estructura familiar: la familia tradicional, a voz de los expertos, “ha pasado a mejor vida”.
El problema de mayor calado al cual se enfrenta en desigualdad de condiciones la aspiración de una “mejor vida”, o mejor bienestar social o simplemente “buena vida”, tiene que ver con la falta de preparación, tanto a nivel individual como colectivo y comunitario, y de estructuras sociales y políticas obsoletas, cuando no directamente superadas por las nuevas necesidades y riesgos enfrentados por la población. Como la propia realidad se ha encargado de demostrar, las instituciones y los responsables de las grandes decisiones poco o nada han hecho en prevención de estos problemas. Muy por el contrario, se han hecho crónicos con el tiempo: escándalos de corrupción política e institucional, polarización de los conflictos étnicos, sobre-endeudamiento de las familias, degradación progresiva del sistema público y de protección social, subordinación de las relaciones sociales a las "leyes de la selva" (o del mercado), etc.
Prueba material de ello, es el incremento incesante de la dicotomización o segmentación social en Chile (otros estudiosos prefieren hablar de “sociedad dual” o “sociedad de los tres tercios”, “sociedad de los ganadores y los perdedores”, etc.). La latencia de este fenómeno social deja bien establecido que un sector “creciente” de la población parece no tener los medios o recursos (de todo tipo) necesarios para “competir” en paridad de condiciones en un contexto donde al mercado se le ha permitido el ejercicio pleno y el dominio absoluto. Así, por ejemplo, el diseño de las políticas sociales selectivas para población pobre y vulnerable responde a criterios de eficiencia, productividad y de protección del mercado, o las políticas educativas cuyo marco ideológico define los fundamentos de la segmentación social y profundización de las desigualdades estructurales en Chile.
¿Qué nos toca hacer, a la sociedad civil en este contexto? ¿Qué papel ha de jugar en este juego?
El margen de maniobra de la sociedad civil para cambiar el signo de las cosas parece ser poco o escaso – anulada, ahogada o profundamente reducido -, después de décadas de exposición a la incontestable hegemonía política y económica del modelo de democracia-neoliberal (1990 a la fecha). Un modelo muy bien administrado y gestionado por los gobernantes de turno, la clase política y las elites tenedoras del poder.
En general creo, que se puede afirmar que la agenda y dinámica institucional y política actual (de políticos y políticas) fuerza inconscientemente a las personas a buscar soluciones a las condiciones problemáticas en las que vive con esfuerzos y medios personales más que colectivos u organizadamente junto a otros: individualmente y no por fuera o ajena a la influencia de la esfera de poder, del control de los partidos políticos tradicionales o del músculo del bipartidismo.
Una parte nada despreciable de este hecho objetivo es atribuible a que a las necesidades que nos aprietan se les une el hecho de habernos vuelto más individualistas, egoístas y desconfiados de los otros, de todo aquello que nos rodea (instituciones, asociaciones, grupos y personas); mientras que la otra parte, podemos atribuírsela a que la gran mayoría no ve en las organizaciones y en la afiliación social una referencia clara para la resolución de sus problemas y, por lo tanto, se refugia en el llamado individualismo corporativo o cae en el juego de los políticos profesionales o los partidos políticos de turno: aquellos con el control y manejo de los recursos públicos obligando o coaccionando a la gente a tomar esta única vía.
Tampoco es menos cierto que día a día se registra un número mayor de afiliaciones a algún grupo u asociación local con intereses y motivaciones compartidas, pero donde “la acción” queda reducida (o atrapada) a propios o particulares fines y no a fines generales o colectivos basados en idénticas demandas y necesidades: por ejemplo, los llamados fondos de desarrollo vecinal en el nivel del gobierno municipal, que más que unificar y cohesionar posiciones desventajosas en los vecinos suponen mayor divisionismo producto de conflictos entre personas de una misma clase social derivados de la competencia por recursos públicos escasos, o los grupos políticos reivindicativos que por malas lecturas de la realidad y las circunstancias actúan de forma atomizada o aisladamente de los otros.
La tarea pendiente de la sociedad civil en los tiempos que corren, en el marco de un sistema democrático señaladamente “representativo” - la de “un hombre (o mujer) un voto” - consiste en el esfuerzo intelectual – de romper con nuestra miopía intelectual - a realizar por cada uno la búsqueda y puesta en acción de nuevas e imaginativas formas de convivencia, de cooperación, de ayuda mutua, de cohesión social, de participación política enfocada en la búsqueda de los intereses generales o colectivos sobre los particulares: la “mala y errática política en educación en Chile” no es sólo un problema mío, sino también tuyo y de los demás, del país por ejemplo.
Con la firme idea de buscar estrategias de acción, resulta imperativo comenzar por hacer una revisión crítica de conceptos como el de “gestión”, o “empoderamiento”, o “capital social”, entre otros, pues las políticas públicas y sociales han ajustado estos términos a la búsqueda de resultados dentro de la lógica de mercado de las instituciones, y no en la lógica social de la sociedad civil. Bajo esta perspectiva, las políticas sociales focalizadas o selectivas – transferencias y subsidios económicos a la pobreza y vulnerabilidad – han sido instrumentos de adoctrinamiento y de deformación en la arquitectura de las relaciones sociales tradicionales de los sectores populares pues, más allá de las intenciones de las personas, se han convertido en un elemento de presión y de clientelismo partidista, cuando no de pura sumisión al poder establecido: han traído consigo el aumento en la estratificación social de la población, forzó la vulnerabilidad de la clase trabajadora a los caprichos del mercado, y ha minado los incentivos de la sociedad civil para actuar colectivamente en favor de sus legítimos intereses. En efecto, frenó cualquier intento de desarrollo embrionario de capacidades de representación y peso político para obligar y/o exigir a las autoridades gubernamentales electas a dar respuesta a sus verdaderas necesidades e intereses de los ciudadanos. Dicho de otro modo, no ha habido un control social – desde la sociedad civil - de las políticas, programas sociales y subvenciones para que el dinero público fuera utilizado por las organizaciones en función de garantizar un uso socialmente correcto, con resultados satisfactorios en amplias capas de la población.
La organización social debe recuperar urgentemente la visibilidad social, ocupar los espacios políticos y posicionarse en cuanto a los aspectos reivindicativos, de lucha, de crítica y contestación social que los movimientos obreros y sociales tenían en sus orígenes cuando peleaban por la conquista de derechos sociales legítimos, negados por las clases ligadas a las decisiones económicas y políticas: derecho a la protección y seguridad social, derecho al trabajo y a la seguridad de los ingresos, derecho a la salud, etc.
La tarea de la necesaria construcción y convivencia sobre la base de una relación correcta en el campo de la política pasa por trazar líneas de comunicación y entendimiento entre partidos políticos y organizaciones sociales, por lo que el sociólogo francés Pierre Bourdieu tan bien expresó: los partidos y las instituciones tienen que abrirse a las reivindicaciones y propuestas de las organizaciones sociales para incorporarlas a sus programas y acciones políticas, sin intentar minar su autonomía e independencia.
En definitiva, la organización de la sociedad civil y su intervención en los procesos de decisión e influencia política exige lograr cotas importantes de libertad, de autonomía e independencia económica (o estar en parte importante librado de la lógica de las subvenciones y estímulos de las instituciones públicas). Además, pasa por un ejercicio profundo de democratización y evolución en nuestro propio pensamiento interno – abierto y flexible - en relación con el mundo asociativo para ejercer un papel positivo y educativo en la sociedad. De cualquier otra manera no estaremos en condiciones de dar cuenta efectiva y real, a la gente, de la necesidad de comprender y tomar conciencia de la realidad que la rodea, de influir y ser parte de las grandes decisiones públicas. A no ser presa fácil o víctima ingenua e inocente del clientelismo político, del asistencialismo institucional, del populismo, del dogmatismo o de visiones corporativas perjudiciales a los intereses colectivos y del bien común.
Puestos entonces en la tarea ineludible de consecución de visibilidad social y ocupar espacios junto a otros, la organización social debe recurrir a las ciencias, a los conocimientos existentes y a nuestro alcance, pues no sólo ayudarán a explicar el por qué de su realidad a la gente, sino además a buscar las potenciales y posibles soluciones.

sábado, 23 de marzo de 2013

Denuncia pública y ciudadana en el campo de la Educación: fraude a recursos públicos.


El documento audio-gráfico, al que puedes acceder en el siguiente enlace http://www.youtube.com/watch?v=BF723EQAs8Y fue elaborado en el mes de marzo de 2013, y tiene como única pretensión crear consciencia en la opinión pública sobre un asunto del más alto interés ciudadano: formas de explotar un Bien Público, General y Colectivo, la EDUCACIÓN, en contra de los intereses de las “comunidades educativas” (padres, madres, apoderados, estudiantes). Como la gran mayoría de chilenos y chilenas sabe, la política pública en educación y el sistema educacional chileno actualmente no pasa por su mejor momento. Ambos dos muestran evidentes signos de agotamiento (o hace aguas), y continúan siendo seria e intensamente cuestionados desde distintos ámbitos de la sociedad civil. Decir que después de dos décadas de funcionamiento del modelo de eficiencia económica en educación, éste no ha logrado capturar el consenso o el acuerdo ciudadano: son muchas las voces disidentes gatilladas por la pérdida de confianza, cuestión extremadamente grave en este tipo de sistema social. Y, a día de hoy, existe una importante masa crítica convencida de que somos los directos perjudicados en nuestros intereses colectivos, en los intereses de la sociedad en su conjunto: la lógica y reglas del diseño o modelo de la política pública en educación, por ejemplo, no han hecho más que crear las condiciones necesarias para el incremento y perpetuidad de las desigualdades estructurales en el Chile del siglo XXI, por muchos adornos que se le quieran poner. Cuando ello ocurre aumentan los niveles del riesgo social, la vulnerabilidad, la inseguridad y la incertidumbre.
Aporto es esta discusión un dato objetivo e irrefutable, en los años ´60 del siglo pasado, cuando la educación en Chile era mayoritariamente pública o estaba en manos del Estado (estatalizada y/o centralizada), los niveles de desigualdad eran de largo más bajos que en la actualidad.
Alguna de las razones válidas y útiles que pueden ayudarnos a explicar y comprender por qué ocurre este fenómeno social o sociológico en el Chile hoy, podrían hallarse, por ejemplo, en el caso bien retratado en el testimonio recogido en este video. Uno más de los pequeños detalles, o distorsiones incentivadas por este modelo educativo, agregados a otros muchos casos desenmascarados a día de hoy, a la vista y paciencia de tod@s nostor@s.

Miguel Arismendi G.
Profesor universitario

viernes, 22 de marzo de 2013

Seguimos en la caverna: "Las teorías económicas son simples religiones"


“La perfección a la que todos aspiramos nunca se alcanzará y esta es una noticia excelente: la historia no tiene fin; en tanto que mujeres y hombres habiten este planeta habrá lugar para los sueños, la utopía y la superación de uno mismo”. Así de rotundo, optimista, y crítico con las tesis del Fin de la Historia deFrancis Fukuyama, se muestra el economista francés René Passet. Uno de los intelectuales más relevantes en el ámbito francófono, cuyos paralelismos con Stéphane Hessel no solo son ideológicos o generacionales (en septiembre cumplirá 87 años), pues tienen más que ver con la influencia teórica sobre la población “indignada” que ambos han ejercido en los últimos años, principalmente desde el estallido de la crisis financiera.
Profesor emérito de la Universidad de la Sorbona y pionero del enfoque transdisciplinar en las ciencias económicas, Passet siempre se ha anticipado desde la trinchera académica a los shocks del que él llama “reduccionismo económico neoliberal”: como la crisis ecológica sobre la que transcendió su propuesta “bioeconómica”, o la reciente crisis financiera y de deuda, cuyo enquistamiento no puede superarse, dice, sin “un cambio de civilización basado en el interés general”.
Los economistas que advirtieron sobre la crisis que se nos venía encima sí existieron. Passet fue uno de ellos, y así lo hizo allí donde quisieron escucharlo, habitualmente en medios críticos y minoritarios como Le Monde Diplomatique, pero también en otros de masas como Le Monde.

 “El ‘mito de la caverna’ explica el dogma neoliberal”

Su última contribución científica es una voluminosa obra (más de 1.000 páginas) sobre la historia del pensamiento económico: Las grandes representaciones del mundo y la economía (Clave Intelectual). Una explicación del mundo desde sus orígenes, tal y como fue visto en cada época y civilización. Su conclusión, que aplica a los tiempos presentes, es que “la historia de las teorías económicas no es solo la historia de los progresos de la ciencia, es también una historia de la ceguera y los dogmatismos que han existido siempre, y siguen existiendo hoy en día”.Todas las teorías económicas quieren imponer su verdad, única y universal, sobre las demás
¿Cómo es posible que en la era de la llamada sociedad del conocimiento, iluminada por los avances científicos y la libre confrontación de ideas, insista en la predominancia de las ideas absolutas? Passet responde a El Confidencial comparando la forma actual de ver el mundo y las relaciones económicas con el mito de la caverna de Platón, una representación de la realidad, dice, “premeditadamente concebida para que las reglas del libre mercado nos parezcan puras y naturales”. Una tesis “avalada por los actores más pujantes del mercado para defender sus propios intereses, aunque en nombre del interés general, claro está”, ironiza el economista.

“Si una teoría no evoluciona se convierte en un acto de fe”

Passet no es de los que se andan con rodeos ni tampoco de lo que intenten suavizar sus críticas. A pesar de su determinación y de sus largos años de militancia (principalmente en ATTAC, organización que promueve la Tasa Tobin) no se casa ideológicamente con nadie. A estas alturas de su vida, su única aspiración es contribuir al avance de la ciencia mediante la confrontación ideas, siempre con una vocación utópica en el horizonte.
“Todas las teorías económicas quieren imponer su verdad, única y universal, sobre las demás. Por eso, las batallas ideológicas que mantenemos los economistas se parecen a las guerras entre religiones”, algo totalmente antagónico a la ciencia, matiza Passet. Esta última no pretende ser el adalid de la verdad, sino que se basa en la crítica constante; es decir, “en una actividad abierta, viva y en constante evolución: cualquier teoría tiene como fin superarse a sí misma”. Es por ello que Passet hace una llamada a la tolerancia y al diálogo para que la humanidad evolucione.
La falta de voluntad para superar las teorías económicas es, para el economista francés, el origen del dogmatismo ideológico en que según él estamos viviendo y, por ende, de que el liberalismo económico se asemeje al integrismo. “Justificar la crisis económica o las políticas de austeridad apelando constantemente a la exigencia de los mercados o a los movimientos de capitales, como si fuesen instancias divinas que rigen nuestros destinos, es una forma de mitificar sus acciones que nos devuelve a la Edad de las Cavernas”, lamenta Passet. Así, invita a superar fórmulas como las de “trabajo, familia y fe, que son las más detestables del pensamiento neoliberal, como las promovidas porGeorge Gilder”, el autor de Riqueza y pobreza, que influyó directamente en el programa económico deRonald Reagan.

Los obstáculos del desarrollo económico

Las políticas “cortoplacistas” que practican actualmente los gobiernos son la otra cara del misticismo que rodea al neoliberalismo y que impiden construir una sociedad más justa. “La lógica del largo plazo es la base de la evolución y el desarrollo. Desde mi punto de vista, nunca se podrá superar esta crisis si no se afrontan los problemas desde una perspectiva superior”, sentencia Passet. De hecho, en su día ya explicó, y vuelve a repetir, que era necesario afrontar teórica y políticamente la “mutación” de una sociedad industrial movida por las fuerzas motrices de la energía, a otra informacional movida por lo inmaterial. Nos referimos a los mercados financieros como si fuesen instancias divinas que rigen nuestros destinos
El último impedimento que juzga Passet como obstáculo para el desarrollo es que, “desafortunadamente, la realidad del mundo actual se basa en el juego de los intereses privados”. Citando a Rousseau, el francés explica que el “interés general no puede resultar de la suma de los intereses particulares porque esto quiere decir que nada se interpone entre los individuos y el sistema económico. Se cree que lo social no existe, que no es más que una construcción del espíritu”.
Por si todo esto fuese poco, insiste el francés, “se nos obliga a comportarnos como simples piezas de engranaje en el interior de un reloj”. Una lógica, continúa, que “nos lleva a hablar de individuos en lugar de personas. La diferencia es que los primeros no más que átomos de la sociedad, como la propia terminología griega de la palabra indica, mientras que los segundos son seres vivos, de carne y hueso, dotados de sentimientos”. En base a este razonamiento, concluye que el neoliberalismo es contrario al interés general y a la concepción del ser humano como una persona, pues “necesita ser una conjunción de átomos para seguir funcionando”, sentencia.

Entrevista publicada en el diario EL CONFIDENCIAL

Educación y Comunidades Escolares


“Para mejorar la educación en Chile, las comunidades escolares deberían cooperar más”

Desde hace poco más de una década, cuando en el año 2000 la OCDE publicó el primer informe PISA sobre educación, Finlandia ha encabezado dicho ”ranking”, y se ha convertido en la gran referencia educativa en lo que concierne a la educación primaria y secundaria a nivel internacional.

Reijo Laukkanen, profesor de política internacional de educación (Finlandia), conocedor profundo del sistema educativo finés, consejero de la Junta de Educación de Finlandia y miembro de la delegación permanente de Finlandia la OCDE entre 1997 y 2001, es uno de los más firmes defensores y convencidos de la responsabilidad del sistema público (o en manos del Estado) en educación.
Él ha apostado por el modelo educativo de Finlandia, del cual en Chile, y a consecuencia de las movilizaciones sociales del 2011 por recuperar una educación para tod@s basada en derechos sociales fundamentales, se habla y se ha dicho mucho, sobre el milagro educativo finlandés. Aunque, y a los hechos nos remitimos, parece que no hemos comprendido el mensaje.

Pero, ¿cuál ha sido o dónde ha estado la clave o fórmula de su éxito?
Para el experto, la clave o fórmula puede resumirse una única idea: Finlandia, como Estado y sociedad, tiene una preocupación máxima por todos los niños, y la preocupación surge porque el Estado y sus instituciones deben ocuparse del potencial de nuestros futuros ciudadanos. Como se sabe, Finlandia no es un gran país, pero allí son conscientes que se necesitan todos para que trabajen para su bienestar colectivo. Por ilústralo con un ejemplo de entre muchos otros: una tarea básica es apoyar a aquellos niños que tienen problemas. A estos niños se les proporcionan profesores de apoyo, dentro del propio colegio. Hay dos profesores en la clase, uno de los cuales tiene como tarea ayudar a los que tienen problemas.
En ese sentido, la fuerte inversión pública realizada por las instituciones finlandesas es un factor clave y determinante en el éxito del modelo. En Finlandia el 97.9% del gasto en educación es público (OECD, 2006), mientras que en Chile el gasto público en educación es un 2,7% del PIB y el gasto privado un 4,2% (Mineduc, 2008). Nos separan no mares, sino océanos de mares!
“La sociedad y sus instituciones lo paga todo, no son clases particulares privadas”. Finlandia, en este aspecto, es bastante diferente a otros sistemas, aunque quizá otros países nórdicos tengan un enfoque semejante.
El camino recorrido para superar los obstáculos
El sistema educativo finlandés, para el experto, no siempre fue así, sino que su evolución ha sido constante y/o progresiva desde los años setenta. En los años noventa, tras la desaparición del bloque soviético al que Finlandia destinaba la mayor parte de sus exportaciones, los ciudadanos tuvieron que afrontar las peores tasas de desempleo de su historia. ¿Cómo salieron de una situación tan complicada? Finlandia, por cierto, no es el paraíso terrenal. En la actualidad el país y su sociedad experimentan problemas con los niveles de desempleo, como ocurre en otros muchos países europeos.
Sufrieron fuertes recortes en la financiación y los grupos en las aulas se hicieron más grandes, pero poco a poco el Gobierno ha vuelto a aumentar el presupuesto público destinado a educación. En los años noventa se pusieron en marcha iniciativas de descentralización en el proceso de toma de decisiones, y el sistema educativo se convirtió en el más descentralizado del mundo. Se le dio poder a los profesores en cada centro, incluso en lo que se refiere a los programas educativos. Sin embargo, y en esto bien vale la pena poner el énfasis, las reformas no fueron coyunturales, sino que respondieron a la idea que comparten todos los finlandeses: “Cada profesional sabe lo que tiene que hacer”. Como era de esperar, la situación ha mejorado, y en el nuevo sistema, el profesor ocupa un lugar central.
Un docente independiente en un sistema común
Según Laukkanen, la importancia del profesor en el ámbito educativo reside en que este en un factor determinante en la generación de “la cultura de la confianza. “Las autoridades a nivel nacional y la administración tienen plena confianza en sus profesores. Los profesores sienten lo mismo hacia las autoridades. La confianza es mutua, y eso es sumamente importante. Además, los profesores están encantados de su trabajo. En Finlandia, por ejemplo, las encuestas del nivel de satisfacción de cada profesión revelan que los profesores son los más satisfechos. A éstos, los profesores, lo que más les gusta es que pueden realizar un trabajo cuyos efectos se noten en la sociedad.
La independencia de la que goza cada profesor, debido a la gran descentralización y desburocratización del sistema, lo distingue de la figura del docente de otros países. Los profesores están allí para enseñar, y tan sólo se realizan mediciones con algunos alumnos escogidos al azar. En efecto, los profesores no tienen que desempeñar ningún trabajo administrativo más allá de realizar las evaluaciones de los alumnos. En Finlandia, no hay exámenes externos que tengan un impacto sobre las notas de los alumnos. El profesor es el único que puede realizar exámenes, y el que ha de valorar la atención de los alumnos.
Qué podemos aprender los chilen@s
El modelo finlandés ha sido utilizado en un gran número de ocasiones como el ejemplo que Chile debería seguir a la hora de elaborar su sistema educativo, dadas las grandes diferencias que existe entre ambos países en cada nuevo informe Pisa publicado por la OCDE. Sin embargo, la propia configuración administrativa de ambas naciones, sus diferencias demografías y por sobre todo, las de tipo económico (poco más de cinco millones de habitantes en el caos finlandés contra más de dieciséis millones en la desigualitaria sociedad chilena) son dificultades a salvar.
Por precisar, Finlandia es una de las sociedades más iguales del mundo, Chile es una de las más desiguales; el Índice de Gini de Chile pondera 54,9 y el de Finlandia 26. Informes internacionales han ubicado a nuestro país entre los 12 más desiguales del mundo y como el cuarto país con mayor desigualdad en América Latina. De manera más gráfica, en Chile el 10% más rico de la población percibe 34 veces más recursos que el 10% más pobre. La gran interrogante, en nuestro caso es: ¿Cómo salvar no esas dificultades, si no “tremendas desigualdades”, desigualdades estructurales?
Se sabe que los sistemas no se pueden cambiar de un plumazo. Aunque para Laukkanen es condición la existencia de más y mejor cooperación entre los distintos espacios geográficos (o territorios), niveles de la educación (municipalizado, financiamiento compartido y particular pagado) y las comunidades educativas (padres y apoderados) para saber cuáles son los problemas más importantes. Como en Suiza, donde los cantones se reúnen con frecuencia, o en los länders alemanes, que tienen bastante autonomía, pero hablan entre ellos.
Lo que está claro es que si tienen diferentes objetivos, programas e intereses (económicos o de mercado fundamentalmente, el enriquecimiento o el lucro), los resultados serán los que hemos visto en Pisa”.
Después de analizar los informes educativos sobre Chile, salta inmediatamente a la vista un aspecto en el cual se debería mejorar si queremos ascender en dichos rankings. “Habría que saber lo que quieren los estudiantes y sus familias (o comunidades educativas), cuáles son sus demandas y las maneras de enfrentar los problemas reales en educación”.
En Finlandia ponen el acento en lo importante que es entender las matemáticas y la ciencia, tener buena comprensión lectora para saber solucionar los problemas de la propia vida y del mundo laboral. Es algo que quizá en Chile debería preocupar más, y sobre todo pensando en hacerse cargo más de los alumnos más flojos o con mayores problemas (sociales y educacionales), que se tratan de manera muy diferente a lo que se hace en Finlandia.
No todo es perfecto
A pesar de la buena reputación que mantiene la educación finlandesa fuera de sus fronteras, Laukkanen cree que el sistema podría mejorarse. El modelo no es perfecto ni menos no perfectible, existen situaciones y dificultades que vienen del lado económico-financiero. Decir que este tipo de problemas son el reverso negativo de la gran independencia de la que gozan los centros escolares, que dependen antes de los municipios que del Estado. “El Estado paga sólo una parte de los gastos en educación básica, pues hay impuestos municipales e impuestos nacionales. Como promedio, los impuestos nacionales permiten pagar el 57% de los gastos totales de educación, y los municipios pagan el 43% restante. Pero este dinero del Estado es una cantidad de la pueden disponer los municipios como quieran, son ellos los que deciden el desglose. Los objetivos son comunes, pero la manera en que se alcancen es cosa suya”.
Finlandia se ha planteado importantes retos a enfrentar en educación en pleno siglo XXI. Una de las mayores preocupaciones es saber cómo hacer una integración adecuada entre las necesidades del mercado laboral y del crecimiento personal de cada estudiante. Han apuntado hacia “el equilibrio”, invirtiendo muchos esfuerzos en ser capaces de “adivinar el tipo de perfiles profesionales que se necesitarán en el futuro. Algo que no es bajo ningún concepto, tarea fácil.
En Finlandia, los niños empiezan la escuela a los siete años –otra de las grandes diferencias respecto a otros países europeos y latinoamericanos –, por lo que pasarán entre 12 y 17 años hasta que acabe sus estudios. Para el experto, es trascendental actuar con anticipación pensando en los perfiles que se van a necesitar dentro de 17 años. Para éste, no sólo se trata de la incorporación de nuevos y más conocimientos (contenidos del aprendizaje tradicional o conservador), pues más importante aún es pensar en las habilidades y destrezas que se van a necesitar en el siglo XXI. ¿Qué entendemos por conocimiento, qué tipo de herramientas necesitamos en el mercado laboral? ¿Qué tipo de perfiles necesitamos?”, establece Laukkanen. “El éxito académico no es lo único que va a garantizar la obtención de un trabajo, sino la personalidad de cada uno de nosotros. Es un atributo muy importante hoy en día, porque todos somos diferentes. El sistema escolar tiene una gran responsabilidad a la hora de ayudar a esos jóvenes a ser más abiertos al mundo que los rodea”.

Miguel Arismendi G.
Profesor universitario