BIOGRAFÍA DEL AUTOR

En el mundo acelerado, frío e impersonal, repleto de incertidumbres y tensiones en que nos toca vivir, el experto en ciencias políticas y sociales Miguel Arismendi G. aporta una mirada propia, profundamente cuestionadora y crítica de la realidad, de nuestra realidad actual, la de nuestros espacios de vida. Un análisis sin apego a dogma, receta u ortodoxia alguna sobre los temas o asuntos más calientes y/o controvertidos de la actualidad local, nacional e internacional.
Veinte años de experiencia y estudio en el complejo mundo de las políticas públicas y sociales, avalan sus opiniones.

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jueves, 18 de abril de 2013

¿Ha ganado acaso la élite del oligopolio bipartidista campante y gobernante de este país – partidos políticos de gobierno versus partidos políticos del arco opositor – con la destitución del ya exministro de educación Bayer ocurrido el día 17/04/2013? ¿Qué se oculta tras el velo de esta medida o acción política-institucional?



Desde mi perspectiva analítica, los datos del show político y mediático organizado hábilmente mediante el proceso de destitución del ex-ministro dan buena cuenta del triunfo total y absoluto del establisment bipartidista que controla los destinos de Chile. El hecho representa la expresión más clara de cómo se intercambian los trofeos de guerra en la dictadura del bipartidismo, entre la derecha y el arco de partidos de la (des)concertación: Provoste por Bayer, sin más.

El caso es que ambas fuerzas políticas – de cara a las elecciones de noviembre de 2013 – han hecho tablas o están en un empate técnico, han logrado el punto de equilibrio necesario para resituar la lucha por el poder entre dos únicas fuerzas. La jugada o golpe político dado sobre la mesa podemos entenderlo en clave de operación de marketing político («panem et circenses», literalmente «pan y circo» para el pueblo) , dirigida al potencial electorado que simpatiza y se moviliza en torno a un asunto a día de hoy puesto al centro de las preocupaciones de miles de chilen@s. A partir de aquí o de este hecho, ambos conglomerados intentan dejar bien establecido entre la opinión pública y/o potenciales votantes el mensaje de cuáles son las dos únicas posibilidades de gobierno en este país. Es más, uno más que otro – la tendencia bacheletista - puede llagar directamente al poder montado en esta gran polémica democrática.

Sin embargo, en medio de toda esta tormenta política los estudiantes movilizados, los padres y apoderados críticos con el actual modelo de educación de mercado (o del lucro y del enriquecimiento inmoral) son los menos ganadores con el simbólico triunfo conseguido en esta pequeña o minimalista batalla llevaba a cabo en el parlamento. Por ilustrarlo de alguna manera: Bayer tiene el presente y futuro asegurado, muy por el contrario a esos miles y miles de chilenos que están muy dentro de un sistema educativo basado en los principios del mercado (individualismo+competitividad irracional). De hecho, al sistema le sale más barato – de cara al gran público consumidor de estas malas políticas - hacer rodar la cabeza de Bayer que la de una gran parte de instituciones educativas creadas con el único fin de hacer dinero fácil y rápido con el dinero de nosotros, los contribuyentes del Estado de Chile.

¿Por qué? Lo primero es decir que a pesar de las aparentes contraposiciones ideológicas entre ambos conglomerados ejes del bipartidismo, tienen grandes semejanzas en sus proyectos políticos-institucionales. Proyectos de estos partidos políticos que se traslucen en los intereses privados en juego, en esta y otras materias de interés público o estrechamente asociadas a los bienes públicos.
Ahora bien, si de verdad los partidos políticos centristas o de oposición, y sus representantes en el parlamento y fuera de éste – alcaldes, concejales, presidentes de partidos, representantes en los CORES regionales, etc. - estuvieran efectivamente comprometidos y convencidos de la necesidad de la introducción de cambios reales y efectivos en el orden de los factores en materia de educación, la investigación y sometimiento a juicio sumario del lucro y el enriquecimiento indebido debería haberse hecho extensiva a "todo el sistema". Antes, y no como se ha hecho ahora mediante esta toma de decisión y resolución parlamentaria. Decisión enfocada hacia el aislamiento o atomización de un problema perfectamente extensible y observable en todo el sistema, después de cometido un fraude y cuando el edificio o las evidencias caían por propio peso. El perjuicio o daño a la sociedad, por cierto, no solo es cosa de una de sus partes si no de todo un conjunto.

Como se sabe, el modelo de educación en Chile viene de años arrastrando una grave y sangrante crisis tapada con los paños fríos de la élite económica y la clase política: a punta de bonos, subsidios, nuevas leyes y regulaciones “trampas”, incentivos de todo tipo a gusto del “cliente-consumidor”. Pero poco o nada se ha debatido (y consumado en medidas políticas efectivas) sobre las graves consecuencias o efectos perversos que en el mediano plazo – falta de regulación y vigilancia público-estatal, sobre stock de profesionales y de “mano de obra barata”, libertinaje en la oferta y entrega de servicios educativos, flexibilidad laboral, pérdida de derechos sociales, distribución del ingreso, etc. -, acarreará este irracional modelo de políticas sobre los legítimos intereses de los estudiantes, las familias y la sociedad en su conjunto. Nuestro presente y futuro está plagado de riesgos e incertidumbres, más aun viviendo en el gran casino de la sociedad del “libre mercado”.

Dejo planteada la siguiente interrogante: ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo o nos construye este monopolio bipartidista? La sociedad de los ricos, la sociedad del “fraude”, la “del todo vale”, la del 1% que lo tiene todo y la del 99% que nos dividimos-peleamos-luchamos y competimos por todo.

En síntesis, la medida política tomada por el Senado ayer miércoles 17/04/2013 está camuflada de un oportunismo y ventajismo descarado con la única intencionalidad de recuperar de forma populista y demagógica el apoyo social (y de la opinión pública). Apoyo puesto en la cuerda de la "duda" ante la desconfianza que la mayoría de la clase política despierta en general en el electorado.

Miguel Arismendi G.
Profesor universitario

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