
"Háblame
para que yo te conozca", Séneca
"Si la
política es alejada de las fuerzas de las ideas, se convierte única y
exclusivamente en el ejercicio del poder", A. Illia
En días recién pasados tuve la
oportunidad de intercambiar algunos conceptos con un candidato a consejero
regional, por el PPD y representante del Nuevo Bacheletismo (o Nuevo Centrismo), de la ciudad de Osorno. Este mini debate, por cierto muy
instructivo y clarificador, ocurrió en la red o Internet. O si lo prefiere en facebuke, como le digo yo.
¿Cuál fue mi interés intelectual
y en mi papel de ciudadano-votante acercarme a este señor con el fin de realizar un
intercambio de opiniones por este medio?
Bien, hacer un llamado de atención a
tod@s y cada un@ de los “candidatos a algo”, a lo siguiente: i) moderar el
discurso para que éste no sea falaz, ii) a precisar el lenguaje, iii)
a hablar con claridad mediante el uso adecuado de los términos, y sobretodo,
iv) que el contenido lingüístico vertido de sus bocas tenga alguna relación con
el contenido real o la realidad: los hechos sociales e históricos, del presente
y del pasado, que los obligan (o los atan en lo bueno y en lo malo) y los hace responsables.
Uno, quizás “algo más ilustrado”, se
va cansando de oír y leer tanto mensaje oral (o verbal) y escrito sobre
cuestiones o planteamientos de esta gran masa de postulantes a un “cargo de
seis cifras” (con sus debidas comisiones) insostenibles por sí mismos: discursos
huecos. O son ilógicos de todo punto de vista, pues van justo en la dirección
opuesta a la razón o la sensatez de quien se dice desea detentar "responsabilidades
de representación pública"; por ponerlo en cristiano, planteamientos o
afirmaciones “sin patas ni cabeza”.
En esta acción preliminar, la
de mostrarse ante los electores, más que singular debido a la locura más extrema que envuelve
las mentes de estos candidatos en la posibilidad cierta o no de acceder a
cuotas de poder en un cargo político-institucional (Consejero,Diputad@,
Senador(a), Presidente(a)), se ve amplificada por los medios de comunicación. La lógica sensacionalista de estos medios contribuye poderosamente
a favorecer el clima de malas prácticas o malos comportamientos erráticos, donde la distorsión del “TODO VALE” ocupa un papel central.
Cito dos ejemplos. El primero. Un
medio de comunicación de la prensa digital en Osorno ponía en uno de sus
titulares de esta semana: “la izquierda osornina se vuelca con el candidato
Salvo”. Yo me pregunté, en ese instante, soy yo un izquierdista donde los haya
o convencido, pero en ningún momento me he volcado o simpatizo con este señor y
lo que dice representar. Ahora bien, bastaría sólo un efectivo (o votante) no
coincidente con la afirmación de este medio de comunicación como para que ésta
sea “falsa” o se aleje absolutamente de toda realidad. K. Popper, uno de los
más connotados científicos sociales que parió el siglo pasado, escribió en 1974
sobre lo inconveniente e ilógicas de las generalizaciones empíricas en ciencia,
pero también en todo orden de cosas: lo selló en su famoso y conocido enunciado
de "TODOS LOS CISNES SON BLANCOS".
Segundo. Un señor candidato a consejero
regional, después de pasar por algunos medios de comunicación, publicaba en el facebuke: “hemos hablado y seguimos sumando”.Ante
tales dichos, me vi en la obligación de pedir alguna aclaración de conceptos.
Le señalé, usted lo que ha hecho ha sido en rigor “plantear” unos argumentos a
la comunidad (su programa, y los de su grupo político-partidista) o a quien o
quienes hayan querido oírle. Pero malamente se puede decir o afirmar que
después de esta acción se ha “sumado”.
¿Quién o quiénes con los pies en la
tierra estaría en condiciones de afirmar semejante barbaridad? Quizás CASANDRA,
la profetisa griega o NOSTRADAMUS, un adelantado a sus tiempos. Y, pocos más.
Esto, en Psicología, se le llama
EFECTO MARCO. Un efecto muy conocido entre los publicistas y especialistas en
marketing. En Economía, se le denomina INFORMACIÓN ASIMÉTRICA, y en Sociología,
el VELO DE LA IGNORANCIA.
Por cerrar, igual caso ocurre con
lo que en los procesos electorales va siendo una (execrable) práctica
acostumbrada de los candidat@s a algún cargo de "interés público, personal
y partidario" para quedar bien de cara a la galería. El firmar papeles a
destajo (o testaferros), ante la comunidad y en presencia de dirigentes
sociales subordinados al poder que se prestan o son parte activa del anuncio
publicitario, con (pseudos) compromisos y obligaciones a las cuales se
compromete de salir elegid@. Compromisos y obligaciones que más tarde, no van a
ningún sitio o se desdibujan con el paso del tiempo. Ejemplos o hechos abundan,
en el Chile del sistema democrático!
La teoría y la ciencia política
moderna nos ha propuesto algunas fórmulas y/o estratégicas para poner freno al
desprestigio en que ha caído el oficio de política y la política a manos de la “corrupción
política” – el uso ilegal del oficio político para el beneficio personal
(Theobald, 1990), que como cultura institucional ha estado gatillado por la
acción de los señores de la política (representantes públicos) y los partidos
ligados al poder. La estrategia consiste en HACER PÚBLICO EL “PATRIMONIO
PERSONAL DE LOS CANDIDAT@S”: pues uno bien podría interrogarse acerca de cuánto
dinero a día de hoy han gastado o despilfarrado algunos candidatos – el Sr.
Quinteros del PS, por ejemplo, en publicidad política. Para aquellos que
ganamos cifras de menos de seis dígitos o para la gente que habita viviendas
sociales, esto representa una ofensa a la moral y a la ética pública. O quizás, hasta "morboso".
Ahora bien, el caso es saber si él
o ella –candidatos o representantes de los ciudadanos - ha acumulado o no
BIENES (vehículos, propiedades, participación en empresas públicas o negocios
privados), RIQUEZA o DINERO durante el ejercicio de la política y haciendo uso
(o mal uso) de un cargo de representación ciudadana: Senador, Diputado, Consejero,
Alcalde, por ejemplo. Acumular riqueza o bienes en política viniendo de representantes de partidos progresistas, sepa usted, resulta ser una contradicción vital y
bestial.
La medida, de accountability (responsabilidad
pública y política), debiera ser una exigencia normativa (constitucional) absoluta y una regla de
transparencia (o de oro). Esto, con el fin de devolverle la confianza y la seguridad a
los electores pagadores de impuestos (o ciudadanos) en el buen hacer del
político y de la política.
La política es y será siempre - lo
dijeron los filósofos griegos, en la antigüedad - un BIEN PÚBLICO y COLECTIVO-COMÚN. Por lo
tanto, es nuestra responsabilidad su cuidado y vigilando en cuanto a su ejercicio en quienes la
practican.
El resto sobra, es mera poesía, cantos
de sirena, papeles mojados o un saludo a la bandera a prueba de ilusos e
ignorantes en el campo del ejercicio del poder, en la toma de decisiones
político-públicas y en el uso (bueno o no) de recursos públicos.
MiguelArismendi
G.
Editor de, “creando
crítica, formando opinión pública para una nueva sociedad política”
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